Lolita… nunca más

A Britney Spears le bastaron tres ganzúas para detener al planeta: unas trenzas con listones rosados, una camiseta estratégicamente anudada arriba del ombligo y una faldita de colegiala.

El outfit arrebatador de la nueva Lolita fue el marco ideal del clip de «…Baby One More Time», el primerísimo sencillo de la chiquilla de Mississippi que en 1998 llegó a la cumbre en Estados Unidos y que los editores de la revista Rolling Stone se atrevieron a llamar «el mejor single debut de toda la historia».

Un año y medio después, la chamaca que reconfiguró por completo el ranking de fantasías de nenes precoces, jovenazos y hombres maduros, se puso un traje de látex y dijo, así como tropezándose con inocencia, «Oops!… I Did It Again», y meses más tarde cantó en los premios MTV una versión lenta de «I’m a Slave 4 You» con una pitón albina oscilando sobre sus hombros. Ese mismo escenario, pero en 2003, atestiguó su retorno, ahora enfundada en un traje de novia, para cimbrar otra vez al mundo pegándose un beso de lengua con Madonna y otro con Christina Aguilera.

2004 fue un año fuera de control para Spears: en enero se casó en Las Vegas con su amigo de la niñez, Jason Alexander, y en octubre hizo lo mismo con Kevin Federline, un bailarín fortachón apodado «Mástil carnal» en una ceremonia que duró cinco minutos. La estrella dio a luz a dos pequeños y luego comenzó su 2007 de debacle total con un divorcio recién firmado y la consecuente pelea legal por sus hijos. Pasando San Valentín, Britney se rapó la cabeza usando ella misma, y no los empleados del lugar, la máquina para desaparecer su cabellera. Aquel año no terminó sin que la cantante actuara en otra gala de MTV haciendo playback de «Gimme More» con unos kilos de más y la mirada ausente.

En esta seguidilla de sucesos dignos de una adaptación pop de Trainspotting, Spears no logró igualar con sus muchos sencillos aquel primer sitio en el Billboard de «…Baby One More Time», pero en 2008 el encabezado de un pequeño portal norteamericano anticipó su resurrección: «Todos tranquilos: hemos oído en su totalidad el nuevo single de Britney y es verdaderamente extraordinario«. Y horas después, a las diez de la noche del lunes 26 de septiembre, apareció oficialmente un corte uptempo concebido para inaugurar la promoción de Circus, sexta placa en la carrera de una rubia ya no tan teen. Se tituló «Womanizer» y desde las primeras escuchas empapó los oídos de cientos de miles que intentaron surfear sobre ese trabalenguas que conforma el puente: «Womanizer, woman-womanizer, you’re a womanizer, oh, womanizer, oh, you’re a womanizer, baby. You, you-you are, you, you-you are. Womanizer, womanizer, womanizer…«

«Es un tema muy cool en el que digo básicamente… ‘Nene, todos sabemos lo que estás haciendo’. Se trata de esos típicos chicos que engañan a chicas, pero aquí es un himno de mujeres, por eso me gusta. Así lo entendí cuando escuché el demo y espero que los fans lo vean de esa manera», declaró Britney en la estación neoyorquina Z100.

Energética y vigorizante, «Womanizer» rompió las predicciones y trepó a la cúspide de la lista de popularidad en Estados Unidos. Un año después, en plena planeación de la gira promocional de Circus, la propia Spears rechazó la sugerencia de sus allegados de rematar el repertorio con «…Baby One More Time». Cortés pero decidida, pidió que ésta quedara como penúltima en el set y que «Womanizer» fuese el gran desenlace.

A lo largo de ocho meses, más de un millón y medio de fans salieron de sus presentaciones extasiados y con una última imagen fija en su mente: la de una mujer madura, experimentada y vestida de agente policíaca y ya no como una Lolita sonriente con faldita de colegiala.

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