
«Mi música es toda sobre sexo. ‘Get It On’ es una grabación que atornilla desde la primera escucha. Apuesto a que 20,000 niños han sido concebidos con ese tema”. Así se expresaba debajo de sus inconfundibles caireles el excéntrico Marc Bolan (Bolan como una ensalada de BOb DyLAN) del hit superlativo y atemporal de su banda T. Rex, un cometa en la historia del rock. Refulgente, veloz y fugaz.
«Honestamente creo que ‘Get It On’ es una de las mejores cosas que hemos hecho. La única crítica que aceptaré acerca de la canción es si alguien dice… ‘Bueno, está un tanto desafinada y el trabajo de guitarra es una basura’. Está bien, pero sé que no es verdad”, dijo en otro momento Bolan, una causa en sí misma, un hedonista aventurero con voz de tenor y un mod carismático con una debilidad por los territorios vírgenes, ya fuesen geográficos, musicales o humanos.
Tan rápidamente reconocible como «La Mano de Dios» de Maradona (pero sin trampa), «Get It On» es el máximo puntazo de Electric Warrior, el sexto disco del grupo británico y considerado por muchos como el álbum que parió el glam rock en 1971, un año en que la música cambiaba de época violenta y majestuosamente: Carole King editaba Tapestry, Jim Morrison dejaba de respirar en una tina de París, Marvin Gaye se garantizaba millones formulando una pregunta sobre el estado del mundo, John Lennon (admirador de Bolan) cantaba imaginando, y Jimmy Page y Robert Plant, dígase Led Zeppelin, mostraban una gran escalera al cielo que tomaba ocho minutos trepar. Marc y los suyos, en su propia espiral, reventaban las nubes para desatar un chubasco de purpurina. ¿El resultado? El disco que más copias despachó ese año en Reino Unido y el número uno en la isla para el single de incitantes coros.
El trancazo producido por Tony Visconti contaba, además, con el saxofón de Ian McDonald (King Crimson), los teclados de Rick Wakeman y las voces de Howard Kaylan y Mary Volman, integrantes de aquellas históricas Turtles que en 1967 arrebataron el número uno a The Beatles.
Ver a Bolan cantando en televisión «Get It On» abría los mares: helaba a sus críticos y calentaba a sus fans. Su greña rizada era un tributo al Syd Barrett post Pink Floyd pero sin la mirada secuestrada por el LSD, su boca parecía la de una vampiresa y sus atuendos fluctuaban entre lo aspiracional y lo imposible: sólo a este chico, entre miles de millones, le brillaban esos sacos así de bien.
Norteamérica supuso el único terreno donde lo máximo fue llegar a un noveno puesto. Ahí, el Billboard Hot 100 tiene registrado el tema como «Bang a Gong (Get It On)», ya que la banda de jazz Chase se les había adelantado. «Un grupo americano tenía una canción llamada ‘Get It On in the Morning’ que había sido censurada por considerarse demasiado sugestiva. Por eso, nosotros cambiamos a ‘Bang a Gong’». Vendimos un millón de copias», dijo Bolan, el genio con ambiciones tan grandes como un dinosaurio. No era para menos. Marc siempre dijo que el tiempo apremiaba y que ajustaría lo necesario para alcanzar más pronto que tarde las estrellas. Dejar de llamarse Mark Feld y abreviar el impronunciable Tyrannosaurus Rex a T. Rex reflejaban tal urgencia. Lo único ajeno a su liderazgo y que él mismo dejó en manos de otros fue el volante, por miedo a morir sobre el asfalto como su ídolo Eddie Cochran.
En septiembre de 1977, el astro al que le combinaban igual de bien el beige, el rosa y el plateado falleció al estrellarse contra un árbol, yendo de copiloto de su novia. Sucedió a las cuatro de la madrugada, cuando la lógica está dormida, los niños sueñan con tiranosaurios y los cometas brillan más.
«So let’s dance, take a chance, understand me, you’re dirty, sweet and you’re my girl…«
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