
Madonna, con sus cabellos teñidos de rubio, lo dijo alguna vez: «Nancy Sinatra fue una gran influencia para mí. Quería calzarme mis botas y caminar una y otra vez encima de alguien».
La Chica Material fue clara y sincera al referirse a ese soplo feminista y a esa variante de zapateo sobre patanes: la rubia Nancy pavimentó un sendero para las mujeres en los traviesos años 60, renuente a encasillarse como la hija de Frank, el crooner de crooners que no quería rivales ni siquiera en la sala de su casa. Y en 1965, cuando la joven menudita del peinado cardado cantó «These Boots are Made for Walkin’» con significativa presión porque sus primeros lanzamientos habían carecido de jale, le lanzó una advertencia al prototipo de hombre mal portado en la línea final del estribillo de «Boots». Y así, como por arte de magia, ganó adeptos por aquí y por allá: «One of these days these boots are gonna walk all over you, ya…«
Voz peluchosa pero tajante y arrojada que partía de un reseteo justo a tiempo. Con el aval de Frank Sinatra, el letrista, productor y arreglista Lee Hazlewood había quedado a cargo de la incipiente carrera de Nancy, y su encomienda fue invadir los listados de popularidad del modo que fuese. Sin miramientos y sabedor de lo que había detrás de un encargo del líder del Rat Pack, aquel genio low profile nacido en Oklahoma se plantó frente a su nueva pupila y le dio el consejo de su vida, crudo y recio: «Ya no puedes seguir cantando como la simpática Nancy. Hazlo como si fueras una quinceañera que coge con camioneros». Lejos de quejarse u ofenderse por la claridad de Lee, la rubia aceptó el desafío de ser sexualizada.
Escrito originalmente para sí mismo, el tema de las botas fue un tesoro de Lee en voz de Nancy: número uno a ambos extremos del Atlántico, dos nominaciones al Grammy y remolino mundial causado básicamente por una lírica que proveía de esperanza a las chicas cansadas del hacha del machismo.
«Desde la primera vez que Lee tocó la línea de bajo en la sala de mi madre, supe que era un hit. Tenía ya dos versos y le pedí que escribiera un tercero. Él dijo… ‘En realidad no es una canción para mujeres, yo la canto en mis shows’, pero yo le respondí que en voz de un hombre sonaba ruda y que era ideal para una chica. Estuvo de acuerdo», recordó Nancy ante LA Magazine cuando la inmensa “These Boots are Made for Walkin’» cumplió medio siglo de añejamiento.
Aquella tarde en que Hazlewood y Sinatra discutieron sobre quién debía poner voz al track, un fisgón pegó oreja sentado en un sillón, oculto detrás las grandes hojas de un periódico. Apenas Lee se retiró, Frank dobló el rotativo, se puso en pie, se acercó a su hija y le dijo: “Ese tema de las botas es el mejor”. Verbal y conciso, fue el sello de garantía que faltaba para hacer historia.
Pese al reconocimiento internacional que obtuvo por el sencillo pivote de su trayectoria, muy pronto Nancy experimentó desazón por los efectos secundarios y trasfondos de un hit de época. En 1971 declaró: “La imagen creada a raíz de ‘Boots’ no es la verdadera yo. ‘Boots’ es dura y yo soy demasiado suave”.
Nadie secundó en aquel convulso año la aflicción de Sinatra. Las correrías y prontas muertes de Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison acababan de redefinir los estándares de lo suave, lo duro y lo que sobrepasa este mundo.
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