
“I Alone” es el single que eleva más los decibeles en las tocadas de los estadounidenses Live. Y muy de cerca le sigue un clásico de 1994, una maravilla con la voz pellizcada de Ed Kowalczyk que avanza y crece como bola de nieve.
“Lightning Crashes”, tercer dardo de promoción de Throwing Copper, un álbum elemental para comprender el rock alternativo de la última década del siglo, aborda las orillas de la vida y expone la cascada de milagros y tragedias que hora a hora suceden en las salas de urgencia de los hospitales. Afortunados y desagraciados a pocos metros de distancia, entre minutos y diagnósticos. Y ahí, muy cerquita, la incertidumbre y la angustia.
Kowalczyk susurra lo que acontece en esas estancias de focos blanquecinos e individuos con cubrebocas a los que se les encomienda todo: “Lightning crashes, an old mother dies, her intentions fall to the floor, the angel closes her eyes, the confusion that was hers… belongs now to the baby down the hall…” Vidas en agonía y vidas recién estrenadas. Transición, finales y comienzos, equilibrio.
La idea de la composición que da inicio con una guitarra lacónica y lenta le brotó a Ed cuando estaba por dejar la casa de sus padres, en los meses en que el cuarteto de York, Pensilvania, alistaba el segundo plato de su carrera después del bien acogido Mental Jewerly.
Justo a la mitad de proceso, Kowalczyk recibió una llamada telefónica que mutiló su entusiasmo: Barbara Lewis, una amiga cercana de diecinueve años, había sido embestida por un conductor ebrio que intentaba huir de la policía tras protagonizar un asalto. Si bien se concebía muy lejana a un suceso que acabara con su vida, la joven había firmado ya a tan corta edad un oficio de donación de órganos. Días después del fatal accidente, un bebé de diez meses recibió su hígado en donación.
“Hoy tengo cuatro hijos, pero cuando compuse aquella canción, todavía no me convertía en padre”, recapituló Ed en 2019, entrevistado por el sitio Loudwire. “Sin embargo, es una canción que habla de nacer, del ciclo de la vida y de todo eso. Ahora que ya he experimentado el nacimiento de mis cuatro hijos, se ha vuelto una pieza mucho más profunda para mí. Está más aterrizada a la realidad, en un sentido opuesto a simplemente conceptualizar una historieta”.
Favorito de muchos seguidores del cuarteto, el sencillo tributo a Barbara Lewis enmarcó un acontecimiento meteorológico muy ad hoc con su título el 14 de julio de 2017. Con alegría desbordada por haberse reconciliado como grupo y actuar juntos tras ocho años de separación, los integrantes de Live subieron al entarimado dispuestos a rematar en todo lo alto la jornada del RBC Bluesfest en Otawa, Canadá. Sin embargo, tras sonar únicamente tres canciones, el entusiasmo de rockeros y fanáticos se diluyó. Una tormenta eléctrica digna del final de los tiempos obligó a los organizadores a suspender el festival. Kowalczyk y sus secuaces se disculparon y dijeron adiós a los presentes, dejando tras de sí honda desazón y la hoja de su setlist pegada en la tarima. Figuraba ahí «Lightning Crashes» como la última canción de la velada, con la curiosa indicación de «extender a placer» el momento cúspide, ese donde Ed permite que la multitud cante: «Oh, now feel it coming back again, like a rolling thunder chasing the wind, forces pulling from the center of the Earth again, I can feel it…»
En honor a la entrañable Barbara, salvadora de un chico que en 2017 ya tenía veinticuatro años, las fuerzas sobrenaturales estrujaron la tierra y se hicieron sentir más que nunca en aquel viernes.
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