‘Can’t Stop Lovin’ You’ y esa vida que da y que quita

«Can’t Stop Lovin’ You» es esa entrega pop metal con un riff inicial fresquísimo de Eddie Van Halen, esa honda resignación en las letras al no poder dejar de amar al otro y, sobre todas las cosas, ese “Ha!” travieso e inolvidable que Sammy Hagar grita a los cuatro segundos, abriendo paso a una alegre andanada de Alex Van Halen en la batería.

Y es también, después de tres décadas, el track más recordado de Balance, el último disco de estudio publicado de la era «Van Hagar», uno de esos casos muy a la «Every Breath You Take» donde lo que se piensa que expresan las letras es una conclusión alejadísima de la realidad. La verborrea de Hagar en el estribillo (“I can’t stop lovin’ you, and no matter what I say or do, but you know my heart is true, oh, oh, I can’t stop loving you…”) no es precisamente una confesión de él hacia una chica, sino todo lo contrario. Pasados veintiséis años de matrimonio, el cantante consumó su divorcio de Betsy Bell Berardi en 1995, y las líneas del single exhibieron el sentir de ella, empeñada en no salir del corazón del hombre de los bucles, a pesar de que su idilio se había ido a pique desde 1992. Así pues, era Sammy cantando en nombre de la mujer a la que había decidido dejar.

En su libro autobiográfico Red: My Uncensored Life in Rock, el frontman nacido en Monterey escribió: “Seguí llamando a Betsy de vez en cuando. Ella no asimilaba que yo me había marchado por el bien de todos. Solía decirme que me tomara un tiempo y que, cuando me sintiera listo, regresara a casa”.

Calificado al momento de su lanzamiento por la Rolling Stone como un tema «power pop sin disculpa», «Can’t Stop Lovin’ You» fue el barniz de un gran muro que el rubio levantó para apartarse de Betsy, además de ser el espejo musical de un rockero ultravitaminado y en estado de euforia que acababa de hacer cumbre liderando el ambicioso Ambulance Tour de Van Halen y acercándose con brío a su siguiente objetivo personal: la modelo y productora Kari Karte, una mujer que lo flechó del modo más insospechado en una fiesta: “Ella llevaba puestos estos zapatos que dejaban ver los dedos de los pies. Tiene los dedos largos de cheeto más hermosos que haya visto jamás, ¡solo quería devorarlos, hombre!», confesaría Hagar a la revista Closer en 2014. “Vi sus pies y pensé… ‘Es hermosa’. Suena loco y quiero aclarar que no tengo un fetiche de esa parte del cuerpo ni nada por el estilo, pero todo sucedió esa noche».

Sammy se casó con Kari en noviembre de 1995 y emprendió una nueva vida de noches mágicas y despertares felices al lado de la mujer de sus sueños, hasta que un domingo de junio de 1996, cerca de las nueve de la mañana, el sonido del teléfono trastocó la serenidad. “¿Sabes, Sammy? Tú siempre quisiste ser un artista solista, así que adelante, te dejamos en libertad para que lo seas. Vamos a traer de vuelta a Dave (Lee Roth) a la banda”.

El aviso de Eddie tomó menos de un minuto. Fue el colofón de meses de diferencias entre ambos y el punto de quiebre entre un mandamás que quería volver a grabar de inmediato y un cantante que junto a su esposa esperaba a un bebé.

Sammy quedó ahí, atónito, con los ojos fijos en la ventana y con Kari mirándolo compasiva. El hombre que había dejado a Betsy experimentaba ahora el divorcio de su amado grupo, siendo reemplazado por alguien más, un frontman sexy, atlético y carismático. Un viejo conocido. Un ex espectacular e indomable buscando su revancha.

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