
Escribir sobre la Luna o escribir en la Luna. He ahí el detalle.
Cuando en 1972 Elton John cantó… “She packed my bags last night pre-flight. Zero hour nine a.m., and I’m going to be high as a kite by then…”, la prensa británica se agitó y las críticas de los tabloides se multiplicaron alrededor de su «Rocket Man (I think it’s going to be a long, long time)». El estrafalario cantante de los anteojos fue acusado de copiar las nostalgias interestelares que David Bowie había plasmado solo tres años antes en las letras de su fastuosa y vanguardista «Space Oddity» (“Tell my wife I love her very much, she knows…”) Razones para la suspicacia sobraban, y para sumarle carga al lomo relucía el hecho de que Gus Dudgeon fungió como productor de las dos canciones que abordaban la misma temática. Así, poco qué defender sobre el presumible deseo de John de no relegarse demasiado.
Algo burbujeaba en el calendario. A nivel personal, era la época en que Elton peleaba para ocultar su naciente calvicie y el tiempo en que disfrutaba subir uno de sus pies al piano. Y en el plano internacional, era el tramo final de una brava competencia espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Por ello, se empujaban entre sí los rockstars y bandas que querían aprovechar el boom, meter la cabeza en cascos de astronauta y canturrear desde la perspectiva de esos hombres fascinantes, casi semidioses, entonces tan en boga. En este caso, Elton encarnaba a uno de ellos, llamado por el deber más allá de la estratósfera y abatido por la soledad y la lejanía de su esposa y de un hijo cuya vibrante adolescencia se perdía.
«La historia se centra en cómo los astronautas habrían de ser en el futuro una especie de trabajo de todos los días, algo cotidiano», reveló Bernie Taupin, el letrista todoterreno de Elton que había ordeñado la idea de una historieta escrita en 1951 por Ray Bradbury, titulada “The Rocket Man”, inserta en los dieciocho relatos de su libro The Illustrated Man.
Pero Ray no era la única fuente de inspiración de Bernie. En 1970, el grupo psicodélico Pearls Before Swine había creado su propio «Rocket Man» en el disco The Use of Ashes, motivo por el cual se entiende que la canción que Elton publicó veinte meses después tuviese un largo paréntesis que rompía lo idéntico del título. «Es de todos conocido que los compositores somos grandes ladrones y aquí está el ejemplo perfecto», agregó con descaro Taupin en una entrevista con Ultimate Classic Rock, reconociendo las semillas que había tomado de Bradbury, de Bowie y de aquellos desconocidos Pearls Before Swine.
«Rocket Man (I think it’s going to be a long, long time)» fue lanzado el 17 de abril de 1972, exactamente ocho meses antes de que Harrison Schmitt y Eugene Cernan pasaran a la historia como los últimos astronautas que brincotearon en la Luna. Antes de subir al módulo espacial para volver a la Tierra en aquel diciembre, Eugene se arrodilló en un punto del valle Taurus-Littrow y evocando la mayor tentación de un niño en la playa, escribió en la superficie lunar las letras TDC con su dedo índice. Lejos de soltar una frase gigantesca como la de Neil Armstrong, Eugene prefirió dejar ahí las iniciales de su pequeña hija Tracy, a resguardo del silencio y del universo. «Me hubiera gustado tener una cámara; no fotografié ese momento», lamentaría ya de viejo.
En el segundo verso de «Rocket Man» Elton canta… “I miss the Earth so much, I miss my wife…”, una añoranza que bien podría experimentar la mismísima Luna, contemplando a diario esa gran esfera azul de la cual dejaron de salir cohetes hace más de cincuenta años. Ciertamente, mucho tiempo aguardando por una nueva visita de los queridos terrícolas. Mucho tiempo esperando a que uno de ellos dé otro gran paso como el de Neil Armstrong. Mucho tiempo deseando que otro astronauta alunice, halle el pequeño tributo a Tracy Dawn Cernan y tome la fotografía que el padre de ésta nunca pudo tomar. A long, long time…
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