Peter Cetera y los cuatro marinos

Había sido un juegazo entre Ken Holtzman y Don Sutton. Cinco entradas de pitcheo pulcro de ambos serpentineros, pero en los últimos cuatro rollos los Cubs le cayeron a palos a la defensa de los Dodgers. Al final, impulsados por los bats calientes de Randy Hundley, Billy Williams y Ernie Banks, los visitantes clavaron siete y acabaron blanqueando a los californianos ante poco más de 21,000 beisboleros.

Perdido en una de las gradas en Dodger Stadium, el menudo y melenudo ojiverde Peter Cetera festejó a lo grande la sólida exhibición de sus amados cachorros aquel martes 20 de mayo de 1969. Los ojos tamaño planeta y la amplia sonrisa del joven, entonces bajista de la banda Chicago, desataron el enojo de cuatro fornidos seguidores de los Dodgers cuya cuadratura muscular tenía su explicación anatómica: eran marinos. «‘¡Vete a la mierda, hippie!’, dijo uno de ellos a Peter”, contó en su libro autobiográfico el baterista del grupo, Danny Seraphine, quien acompañó a Cetera al partido. “Se levantó de su asiento y empujó a Peter por el pasillo. Cuando éste recuperó el equilibrio y empezó a subir las escaleras, otro de ellos le asestó un seco derechazo directamente en el rostro”.

Peter plasmó su versión de aquella vivencia en las notas de un box set del grupo: “A cuatro Marines no les gustó que un rockero greñudo se apareciera en un parque de beisbol. Y, desde luego, yo era un fan de los Cubs en Dodger Stadium, así que no salió nada bien. Acabé metido en una pelea en la cual me partieron la quijada en tres.”

La cirugía derivada de los catorrazos entre desiguales duró cinco horas y la estancia del músico en terapia intensiva una semana. Después, Cetera fue dado de alta y se marchó a casa a comenzar su recuperación, periodo que coincidió con la hazaña de Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins.

“Acababa de salir del hospital y estaba convaleciendo en mi cama cuando ellos llegaron a la luna. Tomé mi bajo, inicié esta progresión corta y empecé a escribir ‘Where Do We Go From Here?’. Creo que Walter Cronkite había hecho esa pregunta, así que de una forma un tanto melancólica escribí sobre ello y luego sobre mí y sobre el mundo y sobre muchas cosas en general. Terminó siendo mi primer crédito componiendo.”

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