Ejercicio de imaginación. Si en la gran liga del rock los grupos se comportaran como equipos de fútbol y se permitiera tener una banda titular y otra en el banquillo, presta para entrar al quite y desempeñar un papel digno en el campo de juego, la ciudad de Liverpool estaría bien representada por The Beatles y The Searchers, respectivamente. Porque de los primeros sobra hablar, y de los segundos se requieren al menos un par de salidas cantineras para abordar a fondo su catálogo y calibrar su legado. Entre sus jugadas magistrales, para nunca olvidar, está «Sweets for My Sweet», idea original de Mort Shuman de la que primeramente los neoyorquinos The Drifters, con Charlie Thomas recién fichado para encargarse de las vocales, se sirvieron en 1961, obteniendo relativo éxito (decimosexta posición en Estados Unidos).
De impecable pinta, perfectamente peinados y luciendo trajes sastre, los británicos The Searchers no perdieron un instante y armaron su propia versión. Tres tomas bastaron y la buena sirvió para abrir su disco debut de 1963, adjudicándose un incontestable número uno en Inglaterra que duró dos semanas. Golazo al primer minuto de la alineación de Liverpool integrada por Mike Pender, John McNally, Chris Curtis y Tony Jackson, la mitad de ellos fanática consumada de Buddy Holly and The Crickets.
«Bueno, ellos se equivocaron un poco en las palabras. Es ‘Your tasty kiss‘, no ‘Your fair sweet kiss‘, pero está bien. Tenían un sonido distinto a The Drifters mas no necesariamente inferior. Era muy contagioso y al final eso era lo que uno quería de aquellos sencillos», opinó Shuman, según las páginas del libro 1000 UK #1 Hits, de Jon Kutner y Spencer Leigh.
«Tony Hatch, (compositor, arreglista y productor) de Pye Records, se encontraba en Liverpool buscando bandas nuevas y nosotros grabamos ‘Sweets for My Sweet’ para él. Seis semanas después, la canción estaba en el tope de los charts», mencionó Pender en 2016 al Daily Express. «Recuerdo haber estado recostado en mi cama, escuchando Radio Luxemburgo a la mitad de la noche, cuando empezó a sonar. No podía creerlo.»
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