Era martes. Ray Charles venía relajado y un tanto acalorado, con el vidrio abajo, la nuca desparramada en el respaldo del asiento trasero y tarareando partecitas de una vieja canción. «Georgia, Geor-giaah...», murmuraba el nativo de Albany. Apenas trozos, fragmentos. La típica canturreada chimuela. Unos versos presentes, otros ausentes. Se diluía la voz en una esquina y regresaba al dar vuelta en otra calle. Los vaivenes de un lento trayecto donde la mente, sin láminas ni semáforos neuronales, se mueve más que el vehículo.
Fue entonces que su chofer aprovechó los murmullos de Charles y aventó el consejo que acabó en los estantes donde reposan las mejores piezas soul de todos los tiempos.
«Cat, mi conductor, me dijo… ‘La tararea mucho. ¿Por qué no la graba?’ Yo le repliqué de inmediato… ‘Porque ni siquiera me sé las palabras’», reveló Ray en las notas de su caja de éxitos Genius & Soul, en 1997.
Cuando el cantante finalmente reconsideró la propuesta de su chofer, registró el corte a su modo en el estudio y lo puso en órbita oficialmente en septiembre de 1960, «Georgia On My Mind» obtuvo su certificado de nacimiento. Porque ni antes ni después solistas o grupos fueron capaces de interpretarlo con tal magnificencia. Unos cuantos le conceden el empate a Willie Nelson, pero son los menos.
El hombre de los anteojos opacos y la sonrisa brillante hizo que la pieza tocara su punto más alto treinta años después de haber sido escrita y de rolar de boca en boca en busca de su verdadero padrino.
Con versos palpitantes como «Georgia on my mind, each day, Georgia, a song of you, comes as sweet and clear as moonlight through the pines…«, se pensó que la canción había sido compuesta en honor a una chica que llevaba el nombre del estado del melocotón. Esto, sin embargo, nunca fue confirmado. Las elucubraciones han sido muchas y de todo tipo.
Hoagy Carmichael, quien tenía una hermana llamada Georgia, compuso la pieza en 1930 junto a su gran amigo y cómplice en la Universidad de Indiana, Stuart Gorrell. Fue justamente éste quien, a través de una carta de treinta líneas enviada al Bremen Enquirer en 1961, echó por tierra la teoría de que la añoranza de una bella mujer los había inspirado. El origen, según la misiva, estaba en Georgia, la tierra: «‘Georgia On My Mind’ fue compuesta hace más de un cuarto de siglo, en una tarde fría y tormentosa de 1930, en la ciudad de Nueva York. Hoagy Carmichael y yo, en un departamento del piso tres con vista a la calle 52, con pies fríos y corazones templados, miramos a través de la ventana y, al no agradarnos lo que vimos, llevamos nuestros pensamientos hacia la agradable tierra del sur…»
Lejos de toda controversia, Ray Charles hizo su parte: en un embotellamiento vial aceptó aquel consejo del sabiondo Cat y reversionó un clásico con una voz inigualable, imperecedera y llena de nostalgia que arrasó en los charts. En 1979, poco antes de cumplir cincuenta años, sus ojos apagados e inservibles desde la niñez por un glaucoma, se llenaron de lágrimas al atestiguar el nombramiento de su versión como tema oficial del Estado de Georgia.
Aún ciego, la humedad hizo que sus ojos volvieran a registrar, de otro modo, algo brillante y luminoso…
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