Aunque en dos que tres copetes de juventud enseñó la rebeldía, Sting nunca fue el chico rudo por antonomasia. Su rostro tuvo y tiene los dobleces de un jovenzuelo bonachón y su voz alfombrada ha respaldado esto con estética para acercarlo más al bando de los «técnicos».
Acaso por esta incapacidad de aproximarse a los infiernos es que el inglés concibió «Roxanne», el gran protoclásico de The Police, adjudicando a las tentaciones de la madrugada parisina una connotación romántica. «Fue la primera vez que vi prostitución en las calles… y aquellas aves me parecieron hermosas», afirmó en 1981 el bajista, emplumando a las mujeres que cada noche hacían nido en las banquetas espesas. Su propuesta era terminar con el oficio, abandonar las luces rojizas y anular el convenio carnal para dar paso al amor. «En mi cabeza traía una melodía resonando y me imaginé enamorándome de una de estas chicas», remató el apuesto cantante mucho antes de que Richard Gere le robara la idea en el filme noventero Pretty Woman.
«I loved you since I knew ya, I wouldn’t talk down to ya, I have to tell you just how I feel, I won’t share you with another boy…»
La remembranza de Sting y el origen de la canción se remonta al otoño de 1977, cuando el trío que completan el baterista Stewart Copeland y el guitarrista Andy Summers todavía no cosechaba libras esterlinas a granel y la cosa estaba tan dura que los tres se hospedaron en un cuartucho de hotel de la capital francesa enclavado a pocos metros del barrio rojo y colindante con un bazar de inimaginables artículos sexuales. Habían llegado en coche desde Amsterdam -ni soñar en aquellos ayeres con vuelos de lujo- para presentarse en el maloliente club Nashville, compartiendo cartel con The Damned. Sobra decir que la tocada no se realizó por una serie de avatares típicos de bandas en ciernes, mas no por ello la estancia de los tres nenes de The Police en la impredecible París fue estéril: una noche antes Sting se había pasmado mirando un póster clavado en un muro que anunciaba Cyrano de Bergerac en el cual despuntaba el rostro de Roxanne, la bella protagonista de la obra escrita por Edmond Rostand que vuelve loco a Cyrano. Y ahí mismo el británico decidió el título de una nueva composición.
Copeland sugirió que la pieza escapara a los cánones y adquiriera aromas de reggae, a lo que los otros dos accedieron prontos y sin objeción. En cosa de tres horas «Roxanne» quedó lista y empachó de orgullo a sus autores, quienes le tuvieron tal fe que en abril de 1978 la lanzaron como single. Entre tanto entusiasmo no vieron venir el topetazo de sus paisanos: la BBC interpuso su mojigatería a lo grande y obstaculizó la rotación del corte por mencionar en la letra veintiséis veces a una prostituta.
«No se habla de sexo, no es una canción obscena en ningún sentido de la palabra», alegó el romántico Sting sin poder impedir el veto ni evitar el estrepitoso fracaso del sencillo en Inglaterra. Sin embargo, en Estados Unidos el single tuvo la exposición suficiente para volverse un hit y más tarde un fogonazo de época gracias a la mediación de Miles Copeland, entonces manejador del grupo y hermano de Stewart.
La hechizante mujer de las aceras salió de la oscuridad y alumbró la carrera del trío a tal grado que todo el globo terráqueo supo de ellos por las muchas veces que el bonachón Sting, con esa voz aguda y juvenil, la invocó una y otra y otra vez.
Opina en Radiolaria