Fue un furibundo himno femenino que encendió la estufa en 1995 y dejó arder el metal hasta que la olla salió disparada por doquier.
Por encima de la exquisitamente sarcástica «Ironic» la temperamental Alanis Morissette prefirió que «You Oughta Know» fuese su carta de presentación al mundo entero. Porque era frontal y silvestre, porque no tenía tretas, dobleces ni vericuetos. Porque le placía inaugurar sus ofertas con un estrujante tema de rabietas y reclamos para un hombre que, de una u otra forma, había dislocado su tranquilidad y acabado con buena parte de su seguridad. Así que, si había que echar lámina, había que aventar toda la carrocería.
La textura de este amor caído en desgracia se notaba en la propia distorsión y densidad de las guitarras que, a sugerencia del flamante productor Glen Ballard, empataban a la perfección con ese momento de la década en el que el grunge dominaba el mundo casi tanto como la primera consola PlayStation. Morissette no se codeaba con Cobain, Staley, Cornell o Vedder, pero vaya que si les podía jugar de tú a tú sobre la tarima. Pelambrera y combatividad había, garganta también.
Y entre tanta cosa y esta novedad que era en sí misma Alanis, surgía la más obvia de las dudas: ¿quién era el causante de semejante bombardeo lírico, donde, por ejemplo, la canadiense increpa y le cuestiona sin resquemor a «Mr. Duplicity» si piensa en ella cada vez que se folla a su nueva conquista?
Las respuestas han sido un ir y venir de nombres por más de veinticinco años, pero hay uno recurrente que ha sido como el Lee Harvey Oswald de este caso: el actor Dave Coulier, pareja de Morissette en el comienzo de los años 90.
El histrión de apariencia bonachona ha contribuido al desorden y al cotilleo de la prensa al cambiar su versión de los hechos en diversas entrevistas, aceptando a veces qué «él es» y negándolo otra tantas. «Salí con Alanis in 1992 y es gracioso ser el supuesto sujeto de esta canción. Primeramente el tipo aludido es un completo imbécil, así que no quisiera ser él. Y en segundo lugar yo le dije a Alanis alguna vez… ‘Recibo llamadas de los medios porque quieren saber de quién estás hablando…’ y ella me contestó… ‘Bueno, tú sabes que podría tratarse de un montón de personas, pero puedes declarar lo que te venga en gana’»
En diciembre de 2019 fue la propia cantautora nacida en Ottawa la que, en el marco del cuarto de siglo de la canción y del álbum Jagged Little Pill, decidió reabrir el expediente donde alguna vez quedó consignado el sangrado de su alma. Lo hizo con voz de ángel y con un peinado muy distinto a los años en que la melena era misión imposible para cualquier peineta. «A veces se nos dice a las mujeres que no podemos estar enojadas ni tristes ni diecisiete cosas más. Una no puede manifestar nada, así que resulta mejor callar y apaciguarse. Sin embargo, creo que cuando escribí aquellas letras yo estaba devastada y es mucho más fácil sifonear todo a través de la ira…»
Y la rabia y la irritación y la furia… se expresan mejor sin adornos ni peinados.
«And every time you speak her name, does she know how you told me? You’d hold me until you died, ‘til you died, but you’re still alive. And I’m here, to remind you, of the mess you left when you went away…«
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