El vigesimonoveno

imagev1cd66399991d52c327232e314c1c21ea5-x5r38fpmjv1cym8upr2Antes de morir ahogado en su vómito, Bon Scott puso en juego su propia cadera en una fogosa encerrona con una australiana de Tasmania de nombre Rosie. ¡Bingo!, sí, la mujer de considerable tonelaje a la que AC/DC le canta la ultravitamínica «Whole Lotta Rosie» y homenajea en sus conciertos exhibiendo un impresionante inflable. A diferencia del cerdito rosita de Pink Floyd, acá vuela sobre las masas una rubia obesa en liguero rojo que pone a todos patas arriba.

Es/era de tales dimensiones la tasmana que en algunos cartones e imágenes caricaturescas se ha pintado al vocalista nacido en Escocia cómodamente instalado entre sus enormes pechos, cual si fuese un Gulliver en estado de gracia, muy ad hoc con la alegría que el rockstar irradia en una de las estrofas principales del sencillo de 1977: «Wanna tell you story about woman I know, when it comes to lovin’ she steals the show, she ain’t exactly pretty, ain’t exactly small…» De falta de sinceridad nadie puede culpar a Bon, quien ni esconde ni difumina la fealdad y corpulencia de Rosie, pero tampoco ese charming para vencer por goleada a otras chicas.

Cada miembro de la alineación clásica de AC/DC tiene un recuerdo de la voluptuosa mujer, pero nadie ostenta una fotografía que revele sus rasgos y destrabe el misterio. Muy al estilo de los crímenes sin resolver, todas las aproximaciones son burdas: se sabe que vivía al norte de Melbourne, que tenía una debilidad carnal por las estrellas de rock que llegaban al pueblo y que podía mantener la vertical aun después de ingerir ríos de alcohol.

Siempre lenguasuelta y francote, Bon contó a finales de los setentas: «Nos hospedábamos en un hotel y esta nena Rosie vivía al otro lado de la calle. Solía estar pendiente de las bandas que llegaban a la ciudad y se mostraba cordial saludándonos; nosotros la visitábamos y nos divertíamos. Ella era de Tasmania y vino a uno de nuestros conciertos, a la primera fila de butacas. Medía como 1.93 metros y pesaba unos 120 kilos. Era una montaña, así que ya imaginarás las dificultades que tenía yo. Digamos que sucumbía…»

Casi dos décadas después de la muerte del melenudo Bon, el mariscal de AC/DC, Angus Young, desveló una teoría con respecto al día en que supuestamente su amigo conoció a la susodicha. «Por lo que él contó, estaban presentes Rosie y una amiga. Pasaban el rato echándose unos tragos y Rosie dijo… ‘Me he acostado con veintiocho famosos…’ A la mañana siguiente (Scott) despertó apretujado contra la pared. Abrió un ojo y la vio susurrándole a la amiga: ‘Veintinueve’», explicó el guitarrista. «Muy poca gente, después de una aventura así, escribe una canción acerca de una mujer grande y gorda, pero Bon siempre argumentó que valió la pena.»

Malcolm, el hermano de Angus, aportó una historia similar pero con más adobo: se quedó a un tris de ser parte de un foursome rockerón: «Vivíamos en bancarrota y dormíamos en lugares horrendos. En alguna ocasión Bon me dijo… ‘Hay un par de chicas guapas, una es hermosa ¡y enorme..!’ Esa noche cenamos con ellas y al terminar Rosie tomó a mi amigo del brazo y le advirtió… ‘Eres mío esta noche.’ Yo me escapé de la otra chica y fui a casa. Al amanecer Bon despertó apretado contra la pared y trató de huir, pero Rosie lo agarró de nuevo y retrasó el ‘almuerzo’. Poco después volvió con nosotros, empeñado en escribir una canción llamada ‘Whole Lotta Rosie…’»

Bon nunca vio el imponente inflable de la tasmana engalanando el escenario de AC/DC. Sus excesos lo mataron antes de que la cuenta bancaria de los australianos engordara lo suficiente para tapar la tarima con un liguero gigante.

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