Sirius y Mike

alan-parsons-project-460x460.jpgAlan Parsons y Eric Woolfson se conocieron en los callejoncitos de los estudios Abbey Road en 1975, acaso sin sospechar que pocos meses después armarían una mancuerna musical de altos vuelos ramplonamente llamada The Alan Parsons Project.

En los preparativos de su álbum de 1982, Eye In The Sky, el barbado Alan descongestionó la cabeza y mató jornadas de recreo jugueteando con su nuevo sintetizador Fairlight, un cachivache de 60 mil dólares no tan costeable para un músico novato o de finanza corta.

En una noche de soplo divino Parsons fabricó un epitelio galáctico que terminó siendo la introducción del clásico que dio título a aquel disco, el sexto en la carrera del dúo. Lo llamó «Sirius».

Hipnótico y vitamínico, el preludio que bien podría musicalizar una misión a Saturno se esparció de boca en boca hasta llegar a los vibrantes terrenos del deporte. En 1984 el encargado del sonido local del estadio de los Chicago Bulls, equipo entonces no tan glamoroso en la NBA, oyó «Sirius» en la radio y supuso que funcionaría como un prólogo musculoso para excitar a las masas minutos antes del primer tiro al aro. La ocurrencia del presentador, de nombre Tommy Edwards, trastocó la historia: ningún otro escuadrón de baloncesto ha gozado de un ingreso a la duela tan fastuoso como los Bulls de los años 90. Literal: un show antes del show con los gritos de este rubio merecedor del antidoping que, entre el rugido de miles y miles y una súbita orden de dejar la arena en penumbras, recitaba el lineup elegido por el coach Phil Jackson, incluyendo, por supuesto, al toro de cuernos más grandes, el guardia fenómeno de la ’23’ que convirtió aquel equipo vulgar en una dinastía for the ages: Michael Jordan.

Pero en medio de esta pachanga deportiva que se extendió por años, nadie tuvo el detalle de pedir autorización a Parsons para utilizar tal pieza como incienso sonoro. Igual, el ingeniero inglés no se puso loco.

«Ha sido increíble. Me siento particularmente orgulloso por el hecho de que lo último que me pasó por la cabeza al momento de escribirlo fue un tema deportivo», declaró el mandamás de The Alan Parsons Project a Variety en 2020. «Aunque probablemente casi nadie sepa mi identidad, se volvió mi pieza musical más tocada.»

Habiendo metido mano en producciones de mastodontes como The Beatles y Pink Floyd, el escultor musical no cruzó palabra con el capo de los Bulls sino hasta 2000, cuando fue lanzado el documental Michael Jordan To The Max. En la fiesta de estreno, Parsons y Jordan tuvieron un encuentro fugaz que para nada hizo justicia al nudo invisible que los había unido por años y años. «Estreché su mano y le dije… ‘Michael, probablemente no lo sepas, pero yo soy el que compuso la música de tus muchos ingresos a la duela’, y él respondió ‘Oh, gusto en conocerte, hermano’, casi como si no hubiese registrado el hecho.»

Tenue vistazo entre dos genios ligados de modo insólito por «Sirius», tema bautizado así en 1982 a propósito de la estrella que puede mirarse con mayor brillo durante las noches terrestres.

1982, el año en que Alan Parsons cinceló esta gema con la que arranca el álbum más aplaudido de su carrera. 1982, el año en que Mike, como se le conocía al fantástico chaval de Carolina del Norte, dejó la infancia con un tiro asesino que sentenció una final colegial de alarido.

Nada podía impedir que, tarde o temprano, los astros se alinearan y un himno espacial sirviera como obertura de las actuaciones de un ser interestelar, capaz de tirotear a cinco oponentes en menos de veinticuatro segundos.

 

 

 

Opina en Radiolaria

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: