Aprovechando una extensísima arena, abierta a comentarios y opiniones en el desaparecido portal This Is My Jam, los cibernautas elucubraron de lo lindo a mediados de 2014 sobre el trasfondo de «Our Love», el entonces nuevo corte de la estadounidense Sharon Van Etten. «Creo que está cantando acerca de abuso doméstico o algo tan espantoso como eso… pero al mismo tiempo suena maravilloso«, escribió uno de ellos. «Es un tema demasiado bello y demasiado triste. Me estoy hundiendo junto a Sharon», comentó otro.
La especialidad de Van Etten está en el minimalismo lacerante. La compositora y actriz, a quien muchos han querido situar en el anaquel del folk alternativo, no sobreproduce sus canciones amargas ni necesita romper a rabiar o mostrar un talante inflado en desgracia. Le basta con hacerse consciente de la turbulencia interior y gotear un poco a manera de terapia. Satinada y lacónica, su voz es como un angel sobrevolando las zonas de desastre y los campos devastados; muestra de ello es ese single de cadencia acolchonada con el que comenzó la promoción de su álbum de aquel año, Are We There, en el que habla de una banderola a media asta como representación de un amor moribundo.
«‘Our Love’ es acerca de alguien que reconoce que haber amado y permitir que todo se acabe es algo igual de hermoso que enamorarse», estableció Sharon. «Puede ser igualmente una especie de renacimiento y renovación, algo inspirador y edificante incluso en la oscuridad y la congoja.»
La cosa empezó en una habitación espesa en zozobra y tan abundante en silencios caprichosos que los vidrios parecían vibrar. La vida de Van Etten, entonces, era un mar picado y sus emociones se golpeaban entre sí. Sucede que se había fracturado la relación que tenía desde tiempo atrás con un DJ (algunos afirman que se llama Christian) y así… de un racimo de versos se desprendió otro y después otro y luego otro. Todo en un lapso de dos años en el que, literalmente, fueron ella y su guitarra, según precisó la norteamericana a la revista Mojo: «No tenía idea de que mientras escribía esto, en realidad estaba construyendo todo un disco de quebranto, pero sí, eso fue lo que terminé haciendo. La mayoría de las letras fue creada en el tiempo en que todo esto pasó. Llega a ser algo duro mirarlo desde esos términos.»
Lejos de ser un track ambiental para acompañar la taza de té u ornamentar la visita a una librería, «Our Love» califica como una piedra preciosa que ha brillado y gustado tanto que hoy en día es casi seguro encontrarla en la parte más alta de los listados que abordan los essential hits de Sharon, igual para la horda de críticos que para su feligresía.
Difícil creer que en ese hilo de voz de sirena patinen con maestría la crudeza y la pena de una chica de Nueva Jersey a la que alguna vez su madre le imploró dejar de hacer canciones tristes. Y difícil creer que todo suene con semejante magia, intensidad y armonía, como si la protagonista estuviese cantando balanceándose en su mecedora más confortable, en el más soleado de los domingos.
Sólo los que contextualicen la voz y escuchen las letras entenderán que esa mecedora, la de Sharon, está llena de astillas.
«At the bottom of a well I’m reliving my own hell, someone throws the ladder down, still don’t know what I have found…«
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