La premonición

6a00d83451741c69e2019b02898979970d-500wi.jpgAceptación y resignación frente a la ruptura: «Knowing me, knowing you, there is nothing we can do, knowing me, knowing you, we just have to face it…»

Los suecos ABBA dejaban atrás el pop chicloso y de pronto se permitían entrar en túneles y vagar por puertos oscuros. Maduraban, veían desteñirse algunas vivencias que en su momento creyeron que brillarían por siempre, se friccionaban, el enamoramiento entraba en recesión y el paraíso se volvía difuso. Hacia la segunda mitad de los setentas, Agnetha Fältskog y Björn Ulvaeus, los dos más carismáticos del cuarteto, sumaban cinco años de matrimonio y un par de hijos, pero el originario de Gotemburgo empezaba a palpar un paulatino declive en la rutina fuera de los escenarios, en casa, dentro de la recámara. Dorada como la luz de sol, su esposa era presa de un manantial de fobias (a volar, a las masas, a los múltiples cambios producto del éxito colosal luego de una infancia muy tranquila) y recurrir al alcohol en cantidades abundantes para aplacar estos fantasmas erosionó el árbol familiar y puso a la pareja en la cornisa.

«Es posible que sintiera una premonición«, reconoció Ulvaeus en el libro Mamma Mia! How Can I Resist You con respecto a la lírica de «Knowing Me, Knowing You», sencillo publicado curiosamente en el día de los enamorados de 1977. «Es tan simple como yo imaginándome una casa que está siendo vaciada, con cajas apiladas junto a las paredes y los muebles siendo retirados, dejando unas cuantas cosas detrás, escuchándose el eco de los pasos de un hombre que ronda esos espacios, recordando el pasado

Sus visiones encuentran respaldo total en la tirilla de versos del single, uno de los más gloriosos y alabados en la corta historia de ABBA: la tristeza, las lágrimas, el enorme arrecife que súbitamente invadió el mar anteriormente cristalino, la desazón por los rincones de la casa en los que ya no jugarán los niños, la honda amargura y, antes de que se asome el arrepentimiento, el cerrón de puerta para dar cauce al adiós que ya se ha acordado: «Walking through an empty house, tears in my eyes, this is where the story ends, this is goodbye…»

«En muchos sentidos, mi divorcio con Agnetha (en 1980) fue amistoso. Solamente nos separamos y tomamos la decisión. Con Benny (Andersson) y Frida (Anni-Frid Lyngstad) la cosa se tornó un poco más complicada. No fue un tiempo muy feliz, pero abundó la creatividad», dijo Björn en una ocasión diferente, sin conceder detalles sobre la infidelidad que fracturó el otro matrimonio dentro del cuartel ABBA.

Si «Knowing Me, Knowing You», con su número uno y su casi millón de copias vendidas en Reino Unido, fue el augurio del colapso entre Fältskog y Ulvaeus, «The Winner Takes it All» abordó sin rodeos su divorcio a mediados de 1980, conquistando de igual forma la cúspide en la isla.

Clarísimo quedaba entonces que la obra de la banda sueca más exitosa de la historia estaba a salvo, a pesar de los ciclos amorosos y las catástrofes emocionales de sus cuatro componentes: la rubia, la morena y los dos galantes chavales.

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