En 2019 se publicó en iTunes un sublime demo de «Dream Lover», el clásico de Bobby Darin más descargado en la tienda de contenidos multimedia de Apple.
Lucía una portadilla color rosa con el sello secular de los archivos antiguos de la compañía Warner. Nostalgia pura. El suceso empató con los 60 años del lanzamiento de aquel sencillo que enloqueció a británicas y norteamericanas y esta versión, como todo buen boceto, resultó una exquisitez en paños menores. Arranca con una tibia indicación de Bobby en el estudio («‘Dream Lover’… toma cinco») y luego suenan tres minutos de intimidad.
Una perla de crepitante vigencia, una maqueta que ya desde 1996, durante una visita al programa Fresh Air, Nick Venet, productor y viejo amigo de Darin, había destacado: «Esa versión es muy especial porque son solamente Bobby y la guitarra. Y canta tan bien como solía hacerlo con cualquier canción acabada. Todo era lindo en aquel tiempo, pero él quería hacer algo que no fuera bonito y que funcionara en otro nivel, así que realizó la sesión únicamente con Fred (Neil) tocando la guitarra. Después le pidieron que agregara más elementos y él accedió. Por supuesto, fue un hit.»
Producida por Ahmet Ertegun y Jerry Wexler, la versión de gala de «Dream Lover» se estrenó en marzo de 1959 y voló al segundo puesto del chart de Estados Unidos. El mercado inglés resultó aún mejor: el single hizo cumbre en la isla y permaneció ahí cuatro semanas.
Aun en los años imperialistas de Sinatra, el logro de Darin fue rotundo. Su joya de aroma latino y anhelos insinuantes pero suficientemente corteses para no alebrestar a padres y abuelos («Every night I hope and pray, a dream lover will come my way, a girl to hold in my arms, and know the magic of her charms«) lo condujo a la estratósfera apenas a los 23 años.
Y si bien pudo hacer un alto para definir los próximos pasos, el joven mantuvo presionado el acelerador en los meses siguientes. Permanece en la memoria su asistencia al show de Dick Clark el 22 de agosto de 1959, donde habló de su reciente fichaje con la Paramount para su primera película y de las 42 presentaciones que tenía agendadas en el Steel Pier de Atlantic City. Nulo respiro.
«Antes de que te caiga una crisis de cansancio, ¿nos regalas una canción más?», preguntó Clark esa noche. «Oh, me encantaría. ¿Cuál quieren escuchar?», respondió el invitado. El conductor apresuró la obviedad y Bobby, bien adiestrado en la pantomima, se llenó de alaridos al hacer playback de «Dream Lover». Le bastó chascar los dedos y soltar pataditas para perfilar el orgasmo comunal.
Darin mantuvo este hit como un básico de su torrente de conciertos y acaso tanta repetición cristalizó su deseo de conocer pronto a su dream lover. Sandra Dee, una adolescente promesa de Hollywood, se le cruzó en una playa italiana durante una filmación y le agujereó el corazón. El calentón fue de efecto microondas: a finales de 1960 se celebró la boda de la llamada «pareja de moda», en 1961 nació su hijo Dodd y en 1967 se firmó el divorcio.
Sentenciado a problemas cardíacos derivados de fiebres reumáticas que lo azotaron cuando niño, Bobby murió a los 37 años sobre la mesa de operaciones de un hospital en Los Angeles. Fue a partir de ese diciembre de 1973 que muchos entendieron sus prisas, su aversión al descanso y los vertiginosos capítulos de su historia de amor con Sandra.
Veintiún años después, Dodd publicó un libro sobre las aventuras y desventuras de sus padres. No podía ser de otra forma. Lo tituló Dream Lovers.
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