«Supongo que las letras de ‘Paranoid’ eran las más representativas de una evolución, ya que eran en extremo personales. Había estado padeciendo una depresión no diagnosticada y la única manera de lidiar con esto era escribiendo al respecto. Fue algo profundamente catártico.»
La franqueza con la que Geezer Butler describió las entrañas del gran clásico de Black Sabbath en una entrevista con Ultimate Guitar pone igualmente en evidencia la inocencia del bajista a los 21 años, edad en la que confeccionó tales versos sin tener muy clara la diferencia entre depresión y paranoia. Y a la vez su declaración refleja la rapidez y contundencia con que el grupo parió aquel corte en 1970 dentro de los estudios Island, en Notting Hill.
La ironía está en que «Paranoid» no se encontraba en la planeación original. El segundo álbum en la carrera de los padres del heavy metal ya había sido delineado, estructurado, grabado y hasta titulado («War Pigs»), pero en uno de los días de mezcla, justo a la hora del lunch, el productor Rodger Bain se sacó de la manga la cantaleta de que hacía falta un track «rapidito» para remachar la placa. Más que hambrientos, Ozzy Osbourne y Geezer Butler pelaron los ojos ante la ocurrencia, mientras que Tony Iommi tomó la guitarra y empezó a mover los dedos como demonio, inspirándose no en su ídolo Chuck Berry, sino en los emparedados que aguardaban por él y que podría mordisquear a placer tan pronto todos cumplieran la encomienda. El baterista Bill Ward se le unió improvisando algunos patrones y en pocos segundos empezó a adquirir forma un engendro de sonido y lustre únicos.
«La canción fue compuesta a partir de una idea tardía. Básicamente necesitábamos un corte de tres minutos que sirviera de relleno para el álbum. Tony hizo el riff y yo escribí las letras de inmediato. Ozzy leía y cantaba al mismo tiempo», dijo Butler en 2004 a Guitar World.
El que la manufactura de una pieza de tal fastuosidad y tonelaje demorara los mismos minutos que la preparación de una quesadilla mexicana fue lo de menos. Muy por encima de la anécdota, los libros de música, rock y metal abordarían los múltiples efectos y la trascendencia histórica de «Paranoid» como un himno de época que alteró todo apenas surgió, desde el título definitivo de una producción y la solvencia financiera de cuatro chavales acostumbrados a luchar por la chuleta cada veinticuatro horas… hasta el epicentro de acalorados debates en los que muchos afirmaron que aquel corte es el acta de nacimiento oficial del heavy metal.
«Así suele ser la ruta de las mejores canciones: salen de la nada cuando tú ni siquiera estás intentando algo«, escribió Osbourne en su autobiografía I Am Ozzy. «El asunto con ‘Paranoid’ es que no encaja en ninguna categoría. Era como una canción punk hecha mucho antes de que el punk existiera. Imagínense que ninguno de nosotros pensamos que era algo especial cuando la grabamos…»
De acuerdo con Ozzy. Es algo muy difícil de imaginar.
«Finished with my woman ‘cause she couldn’t help me with my mind, people think I’m insane because I am frowning all the time, all day long I think of things but nothing seems to satisfy, think I’ll lose my mind if I don’t find something to pacify…»
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