Ciertos intentos de suicidio carecen por completo de glamour, pericia y estrategia. En ese sentido, podría decirse que Sia vilmente «se empujó» 20 píldoras de Valium con el torrente de casi la totalidad de una botella de vodka.
Y también podría afirmarse que sorpresivamente esa misma noche la rubia se las arregló para mantenerse lúcida, prender el foco y escribir «Breathe Me», un tema de tal envergadura y suntuosidad que no mucho tiempo después fue utilizado para musicalizar los momentos finales de la serie de culto Six Feet Under.
«Desgraciadamente dormir es lo único que puedes lograr con Valium. O debería decir afortunadamente», ironizó la cantautora en agosto de 2018, frente a una reportera de la Rolling Stone.
Tan miserable y chusco intento de terminar con su vida dejó como legado una pieza que elevó el pecho a miles de jóvenes y fanáticos a través de un piano asolador, una cascada de versos atronadores y un estribillo infestado de órdenes (por no decir súplicas lacónicas) que abrazaban la desesperación y exhibían la precisa ubicación de la joven australiana. Ahí, justo en el punto equidistante entre la agonía y el renacimiento. Incomodidad e indefinición totales. Porque ni la primera era muerte consumada ni la segunda felicidad rebosante.
Sucede que mucho antes de conquistar el firmamento del pop con el contagioso “one-two-three, one-two-three-three” de «Chandelier», los vaivenes y zigzagueos de sus primeros 29 años de vida fueron los encargados de llevar a Sia al hartazgo absoluto, lo que cimentó «Breathe Me», según lo expuesto por ella misma en The Making of Colour the Small One, un detrás de cámaras del álbum que editó en 2004.
«Habla del hecho de estar abrumado por la angustia y vivir asiduamente en ansiedad. De encontrarte copado por tu diálogo interno y padecer algún tipo de histeria, de estar a punto de hacerte daño y posteriormente pedir ayuda», afirmó la nacida en Adelaida, vegana, abiertamente bisexual y excepcional letrista al servicio de otros astros de la música. «Debe haber alguna parte en mí que realmente quería vivir porque en aquel momento pensé… ‘Hay un mundo allá afuera y yo no siento que sea parte de, pero me gustaría serlo’.»
Pese a quedar muy lejos de conquistar los listados de popularidad en aquellos meses, la canción posee la estatura y musculatura propias de esas piezas tristes que rescatan almas huracanadas y que justamente por ello sobrevivirán mucho después de que su creadora haya dejado este mundo. De ahí la escandalera que se deja venir cuando «Breathe Me» suena en concierto, reflejo de una partitura de esencia y no accesoria, una soberbia manifestación de arte, una página para ponerle doblez en el libro de historias agridulces de Sia, la chica rara a la que poco después le vendría en gana ocultar medio rostro y solamente mostrar -vaya ironía- la sonrisa.
Valium, vodka y sufrimiento. Combinación perfecta para llevar la vida al borde del barranco, mirar el vacío desde lo alto, romper en llanto, respirar un momento y meter reversa.
«Be my friend, hold me, wrap me up, unfold me, I am small, I’m needy, warm me up and breathe me…»
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