Baila… si es lo que deseas

rhythmofyouth2.jpgLa historia de «The Safety Dance» resulta irónica. Tercer lugar en el Billboard Hot 100, sexto en Reino Unido y Top 10 en nueve países más. Y pese a este cúmulo de linduras que lo afianzaron como el hit máximo en el longevo recorrido de Men Without Hats, le fue otorgado un feísimo quinto puesto en una votación que en 2011 organizó la revista Rolling Stone para elegir las peores canciones de los años 80.

Pero a Ivan Doroschuk, el rostro más conocido de aquel proyecto de Montreal, le resultaron intramusculares las cifras que arrojó aquel chicloso simple de 1983 con el que fue catapultado el álbum Rhythm of Youth.

«A veces le digo a la gente que es casi mi deber salir y tocar la canción. Es más grande que yo, es como si fungiera como un vehículo. Aunque es genial, mucha gente también me pregunta si me canso de interpretarla, y diría que definitivamente no. Hace que todos se pongan de pie para bailar sin importar dónde estemos. Es genial salir, jugar y así hacer sonreír a la gente», declaró el barítono al sitio Cryptic Rock 33 años después de crear el corte.

Ivan no exageró. Desde que alguien la filtró clandestinamente, la versión importada del 12 pulgadas arrasó en los clubes de Norteamérica y de ahí la radio comercial tomó nota, afinó la oreja con los duendes de la madrugada y programó el track una y otra vez hasta secar la fruta.

Por su parte, el frontman de raíces ucranianas supo su cuento y echó el carisma por delante en cada tocada de los Hats, brincoteando, gesticulando y sudando las greñas que por aquellos días le tapaban media cara. Entendía que para la década del exceso había compuesto la canción perfecta.

«Toda la era de los ochentas tiene un brillo en sí misma. Es algo a lo que la gente le gusta regresar. Por eso la música sigue ahí, la música sigue siendo dance y la gente necesita eso. El mensaje de ‘The Safety Dance’ era simple, ‘podemos bailar si queremos’, y creo que eso fue lo que trascendió y causó que la canción se siga escuchando en otras generaciones», explicó Doroschuk, a quien jamás le incomodó el ataque de quienes reducían sus conciertos a aburridísimos actos cuyo tedio se rompía solamente con el single que todos esperaban (en versión extendida) y con la otra joyita que se adhirió al inventario en 1987: «Pop Goes the World».

Ni siquiera el Men Without Hits, ingenioso y aguzado juego de palabras que ciertos lanzacohetes dedicaron al grupo canadiense, hicieron flaquear a Ivan el Terrible, quien con el correr de los años perdió cabello y voz, pero no seguridad ni convicción, con todo y que la agrupación, flagelada por un ejército de músicos entrando y saliendo de la nave nodriza, no remató su carrera con otro éxito atronador.

Había bastado con que en el amanecer de los ochentas, y con una confianza a prueba de bombas, Doroschuk cogiera una buena ola y de ahí surfeara sin pedir permisos, esperar galardones o perturbarse por los dardos de la prensa. Por eso, en cada recital de Men Without Hats «The Safety Dance» se ha mantenido imperecedera y se ha confirmado como la más vitoreada y celebrada por los sacos de nostalgia, los curiosos, los rucos, los hijos de los rucos y los nietos de los rucos. Ya pronto aplaudirán también los bis.

«Ah, we can dance if we want to, we can leave your friends behind, ‘cause your friends don’t dance and if they don’t dance, well, they’re are no friends of mine…»

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