Condiciones propicias y un matrimonio desmoronándose pueden detonar la creación de un clásico sin estampilla de caducidad. Y un ejemplo, entre centenares que suenan por ahí, es «Dreams», el trancazo de trancazos en la carrera de Fleetwood Mac que no encontró obstáculos para ascender a lo más alto del Billboard Hot 100 en 1977.
En cuanta entrevista nos venga a la mente la guapa Stevie Nicks ha presumido que creó este sencillo del álbum Rumours en menos de lo que dura un baño de burbujas. Y lo hizo en Sausalito, al interior de una habitación con colores tan ad hoc con su estado de ánimo (negro y rojo) que todo salió a pedir de boca.
«Había un piano y una gran cama de terciopelo negro con cortinas victorianas. Me senté sobre el colchón con mi teclado, encontré un patrón de batería, encendí mi pequeño reproductor de cintas y escribí ‘Dreams’ en diez minutos. Me agradó el hecho de que estaba construyendo algo con ritmo bailable, porque eso era un tanto inusual para mí», contó Nicks en su momento.
Stevie y Lindsey Buckingham, entonces uno de los dos matrimonios dentro del colectivo, vivían la fractura de su idilio, el gran estallido, el cruce de misiles a diario. Y, sin embargo, ambos parecían serenarse en el estudio de grabación, como si éste fuese albergue de banderas blancas y único punto de engarce. No eran los únicos locos del grupo convirtiendo truenos en música de ángeles. También los McVie (Christine y John) canalizaban su truene poniéndose creativos y desahogando sus reclamos en otras piezas de aquel disco. La guerra era la musa y los gritos acababan siendo versos. Cerritos de cocaína y decenas de botellas destapadas patrocinaban estas sublimes barbaridades. Terreno fértil para los psiquiatras.
«Yo era quien deseaba quedar libre en ese momento porque ya no era feliz en la relación. Ésta se había tornado oscura, obsesiva y pesada, y yo buscaba aire primaveral, quería respirar de nuevo», reveló la rubia tiempo después, acentuando su peculiar intención de mandar al demonio a Buckingham de la manera más tersa y poética. Suena muy loco, pero no en un terreno en el que los estimulantes y antidepresivos se consumían a la par del jugo de naranja de la mañana y el vino del atardecer.
Según rememoró en una entrevista con The Daily Mail en 2009, el momento de la verdad llegó cuando Stevie, apenas terminar la composición, se acercó nerviosa a Lindsey para entregarle una cinta con una versión de «Dreams» a piano y voz: «Él la reprodujo y luego me miró y sonrió. Lo que estaba sucediendo entre nosotros era triste.»
Sabiéndose destinatario de esas letras con olor a pólvora, el californiano de los rizos bonitos rasgó la guitarra con maestría para abonar a la canción. Incluso, prestó con amabilidad su voz para los coros que quedaron en la grabación final de este aterciopelado proyectil en su contra.
«Representa uno de esos casos en los que, como productor y guitarrista, tuve la oportunidad de elevar un tema de Stevie, dándole la estructura y cuadratura que necesitaba», declaró el modesto Lindsey muchos años después, cuando la madurez había aflorado y su ex era más causa de nostalgias que cabreos.
Queda claro. Con las cenizas de un amor calcinado se trazó la palabra «Dreams», ese hit de época que en un sinfín de recitales de Fleetwood Mac la bella Stevie cantó mirando al público, sin torcer mucho los ojos hacia la izquierda, donde el guitarrista de los rizos bonitos, estoico y hasta sonriente en el escenario, recibía versos de plomo.
«Oh, thunder only happens when it’s raining, players only love you when they’re playing. They say women, they will come and they will go, when the rain washes you clean, you’ll know, you’ll know…»
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