¿Cuándo surgió la odiosa -acaso ridícula- comparación entre Madonna y Lady Gaga? Para acercarnos a una respuesta sensata habríamos de detener el calendario en las últimas semanas de 2009.
Fue en esos días cuando el sencillo «Bad Romance» se hizo suceso mayúsculo, tiró coletazos por doquier y se zampó cuanto listado de popularidad hubo a su alcance. Los tiempos en que Stefani Germanotta, la flaquita de actitud caldeada y mirada perversa, se creyó anaconda y se engulló a fanáticos, críticos y melómanos por igual. Dado el impacto de la canción en guateques y fiestones, no tardaría la Rolling Stone en declararla símbolo del «gagaísmo».
Mientras a muchos acomodados se les quemaba la comida en el horno, la estadounidense optó por seguir alistando delicias en congruencia con la estatura de gran promesa que le habían conferido dos lanzamientos, «Just Dance» y «Poker Face». Así que no dejó caer el balón y aprovechó la inspiración que brota en los tiempos muertos y en las carreteras -estaba en pleno The Fame Ball Tour– y en Noruega concibió un hit instantáneo que, uno, excedió las 143,000 descargas digitales en su semana de estreno y, dos, enloqueció a un gigantesco ejército LGBT.
«‘Bad Romance’ viene de un lugar muy profundo. ‘I want your ugly, I want your disease…‘ Todas esas cosas se relacionan a la situación en la que amas tanto a alguien y tienes tanto miedo de perderlo que… lo quieres como una psicópata. Le dices… ‘Te quiero aun con todas esas partes repugnantes en ti que crees que nadie amaría’», reveló Gaga en una entrevista para Fuse TV.
«Estuve en Rusia y después en Alemania. Pasé mucho tiempo en Europa del Este, donde abunda esta maravillosa música house y el tecno, así que busqué experimentar con el pop. Ciertamente hubo algo de whisky en el proceso de composición. Se trata de estar enamorada de tu mejor amigo», explicó en otra ocasión la emperatriz de los little monsters, quien en esos ayeres aún no decidía si debía usar máscara, mostrar un ojo y una mejilla, o de plano poner el rostro al viento. Jamás quiso ser muñequita popera. De ahí las dudas.
Lo que sí le machacó la cabeza fue la filtración de una maqueta del sencillo en octubre. Tal fue el topetazo que envió un telegrama encajonado en 140 caracteres a sus contingentes dispersos por el mundo. Como se esperaba, no pudo detener la gotera de un techo como internet. «La filtración de mi próximo single está haciendo sangrar mis oídos. Por favor esperen a escuchar la versión definitiva», publicó Gaga con el desabrido, silencioso y desesperante tono de una red social.
Terminada, madurita y, ahora sí, puesta en órbita, «Bad Romance» se instaló en el Billboard Hot 100 en noviembre de 2009, y llegó a echar montón porque su autora ya había clavado, cual tachuela en corcho, el tema «Paparazzi» en el sexto puesto del listado. Con el número uno en varios países, la novedad arrasó y no tardó en erigirse como el gran cántico de alabanza de Lady Gaga, basado en el empalagoso «Rah rah ah-ah-ah! Ro mah ro-mah-mah!«. Logro planetario, síntoma de que era turno de la neoyorquina, victoria declarada y nueva reina en puerta, sin importar demasiado lo que hiciera la muy apreciable y admirada señora Madonna.
Atragantada y satisfecha, la flaca anaconda por fin pudo retozar un poco.
«I want your horror, I want your design, ‘cause you’re a criminal, as long as your mine. I want your love, love-love-love, I want your love…»
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