De los 100 fans… al Learjet

MARILLION.jpgEs para no olvidar la frase simple con la cual Derek William Dick, mejor conocido como Fish, explicó la manera en que «Kayleigh» catapultó la carrera de la banda Marillion: «Un día estábamos tocando en Francia, creo que en Toulouse, ante unos 100 fans. Y después, en un parpadeo, ya teníamos nuestro Learjet privado.»

Cierto, cuando los chicos de Aylesbury, un pequeño poblado satélite de Londres, sumaron a su catálogo esta gema de la historieta conceptual de 1985, Missplaced Childhood, los cielos se abrieron, la modorra quedó hecha polvo y la nave despegó. Más aun, fue posible levantar la losa que aplastaba al grupo desde años atrás, al ser tildado por muchos abonados del rock progresivo de copia depreciada y descafeinada del Genesis de Peter Gabriel.

«Aún recuerdo haberla cantado en el show de (Terry) Wogan. Sin pensarlo siquiera, sonreí ligeramente frente a la cámara cuando estaba terminando la canción y uno de nuestros técnicos se me acercó y dijo: ‘¡Eso fue brillante! Acabas de vender 100,000 copias más.’»

Pero antes de triunfar a lo grande, el suculento corte y primer sencillo de aquel álbum ya venía arrastrando un par de propósitos no tan fáciles: uno, desahogar a través de una gran composición, y de una vez por todas, los frecuentes bamboleos amorosos del cantante Fish, y, dos, cumplir con la encomienda -casi orden- de EMI de convertirse en un hit devorador de masas tras el fracaso un año antes del disco Fugazi. Sin llamarle así, los corbatudos del sello discográfico revisaron las matemáticas e impusieron a la banda un discreto ultimátum, permitiendo, sí, que sus integrantes edificar de nuevo una obra enteramente conceptual, siempre y cuando ésta fuese redituable y de largo alcance. Con «Kayleigh» se logró dar el golpe a dos bandas.

A nivel lírico, el single es un estanque de sentimiento y arrepentimiento, donde su protagonista se reconoce amante intenso, pero atrofiado y fallón, deseoso de comenzar relaciones con las londinenses, pero incapaz de extraer de ello experiencias perdurables.

«Llevaba tiempo queriendo escribir un tema sobre una chica con la que rompí. Se llamaba Kay. Por supuesto que eso no sonaba bien, así que decidimos sumar su segundo nombre, Lee, y esto se transformó finalmente en Kayleigh«, explicó Fish en una conversación con Dave Ling.

Ya después, el coqueto escocés admitió que el tejido de versos involucraba a varias representantes de su armario de conquistas. Alrededor de tres chicas, estimó en cierta entrevista. Tal vez cuatro, calculó en otra ocasión. Vaya, un vasto espagueti de memorias en el que, ya de menos, tuvo claro que una tal Lesley era la musa detrás de las líneas «Do you remember loving on the floor in Belsize Park?, do you remember dancing in stilettos in the snow?»

Cierto. Fish no tenía tan afilado el acceso al pasado como el rostro. En todo caso, lo realmente importante es que «Kayleigh», con esas 13 preguntas que todavía hoy son cantadas a coro en cualquier anfiteatro del planeta, acabó siendo el gran poema de Marillion y un espumoso brindis musical… a la salud de ellas.

«Kayleigh, is it too late to say I’m sorry? And Kayleigh, could we get it together again? I just can’t go on pretending that it came to a natural end…»

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