Mientras la rubia se prueba mil prendas…

Mientras una mujer se prueba varias prendas y elige un vestido para salir, los dinosaurios podrían resurgir y extinguirse otra vez.

A mediados de los setentas, cuando en las paredes del metro londinense proliferaba el grafiti «Clapton is God«, Eric se hizo por fin de la mujer de sus sueños: Pattie Boyd. Se dice que había conocido a esta rubia años antes en una fiesta y, desde entonces, la boca se le ponía tensa cada vez que se topaba con ella. Sólo había un detalle. La rubia de Somerset, Inglaterra, era la mujer de George Harrison, con todas las de la ley, desde 1966.

Amigo y músico satelital de The Beatles, Clapton lanzó repetidas propuestas rojas a Boyd, siendo en todas rechazado. Pero en aquellos tiempos -mucho antes de parecer profesor de matemáticas- el barbón era osado y mantenía el asedio. Ni siquiera claudicó cuando en otro fiestón, celebrado en una mansión al norte de Londres en septiembre de 1970, fue pillado por el propio Harrison en pleno besuqueo con Pattie. A la ira de éste el infractor contestó sin freno de mano: «Amigo, debo confesarte que estoy enamorado de tu esposa.» El Beatle tomó a su mujer de la mano y se fueron juntos a casa.

Devuelto al pantano, el apodado Slowhand padeció otro largo período a la sombra de aquel lazo que parecía no tener fisuras. Incluso cumplió la amenaza que había lanzado a Pattie de que, en caso de no concretar el divorcio, él se hundiría en la heroína.

Pero los vientos cambiaron de rumbo cuando Boyd descubrió -vaya enredo- el affaire de George con Maureen, esposa de Ringo Starr. Desolada, pero cierta de que el futuro estaba hecho talco, voló a América para acompañar a Clapton en su tour de conciertos.

Meses después, en el apogeo de un amorío ya con certificado de libertad, el genio de la guitarra creó «Wonderful Tonight», una pieza escultórica, un donativo a la mitología musical, una roca tallada por el mejor Eric posible, ese que, luego de recuperar el gusto por la sencillez, no se dejaba erosionar más por las drogas, aun cuando seguía atado al alcohol. La canción fue concebida exactamente el 7 de septiembre de 1976, en una de esas tardes donde el aburrimiento es caprichoso y se transforma en inspiración. La rubia y el barbón se alistaban para asistir a una fiesta organizada por Paul y Linda McCartney, pero los minutos corrían y Pattie, ofuscada y confundida, no decidía el atuendo ideal para la ocasión.

«Es un gran desafío escribir una canción de amor que no sea demasiado optimista. ‘Wonderful Tonight’ posee algo de ironía. No la escribí de tan buen humor, la escribí porque mi esposa demoraba mucho en salir», le confesó Clapton a la revista Rolling Stone en agosto de 1988.

Boyd, en tanto, extrajo de la anécdota un recuerdo más cursi al charlar con The Guardian: «Eric tocaba guitarra mientras yo me probaba mil vestidos. Me tomé mucho tiempo y caí en desesperación total por mi cabello, mi atuendo, mis joyas, todo. Bajé las escaleras esperando un regaño justificado por mi tardanza, pero a cambio de ello, él sonrió y me dijo ‘¡Escucha esto!’»

El 28 de marzo de 1979, un día después de casarse en una pequeña iglesia apostólica, Clapton hizo que Pattie subiera al escenario en Tucson, Arizona, para cantarle y dedicarle «esto». Una atronadora ovación rodeó a los tórtolos. «Wonderful Tonight» acababa de volverse su canción no oficial de bodas.

«It’s late in the evening, she’s wondering what clothes to wear. She puts on her make-up and brushes her long blonde hair. And then she asks me, ‘Do I look all right?’ And I say ‘Yes, you look wonderful tonight…’»

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