«Mi abuela cayó en coma en 1983 y mi abuelo se dedicó a pasar horas y horas sentado junto a ella. Ella finalmente murió y tres días después… él falleció. Podríamos decir que se preparó para acompañarla.»
Esto le confesó Natalie Merchant en noviembre de 1995 al Denver Post, rotativo que antes de firmar la nota confirmó la vivencia de la artista con la canción «Beloved Wife», a la cual calificó como la pieza más brillante del álbum multiplatino de aquel año, Tigerlily.
Los líricos son conmovedores, devastadores. Quien los lee es irremediablemente perforado por el sentir del anciano enamorado, abatido por ver postrada en una cama de agonía a su amada, con quien gozó medio siglo de matrimonio. Está indeciso en cuanto a lo que hará a partir de la pérdida del «mejor pedazo de su existencia». Y después promete que con nadie más disfrutará atardeceres ni amaneceres porque los ratos de dolor le inundan la memoria. Al final… renuncia a todo y desea que Dios responda cabalmente a su única petición.
«Yo era muy cercana a mis abuelos. Eran como mi conexión al pasado y a otra clase de tradiciones; el gran patriarca, la gran matriarca, completamente enfocados en mantenernos unidos. Desde que se fueron, el tejido de nuestra familia se ha deshecho», ahondó la ex 10,000 Maniacs en aquella entrevista, en la que contaba con 32 años de edad.
Extremista en cuanto al apego a sus creencias y convicciones, Natalie revisitó las canciones de su disco debut dos décadas después y tal inercia la empujó a publicar versiones renovadas de aquellas piezas con el título Paradise Is There: The New Tigerlily Recordings. Por supuesto, desempolvó las notas doradas de «Beloved Wife» con la experiencia de una mujer madura y una maternidad que no le dejó más espacio ni tiempo para las noches bohemias.
Así plasmó sus recuerdos al portal The Kel Word en diciembre de 2015: «Cuando escribí esa canción atestiguaba la congoja de mi abuelo. Desde entonces, he perdido a mis padres y a otras personas valiosas con quienes me relacioné durante décadas, así que concibo hoy la muerte de una forma diferente. Supongo que es parte de la edad».
Alguna vez alguien con nombre y apellido no revelados escribió: «Es una cosa atemorizante amar lo que la muerte puede tocar.»
Merchant, con esa voz alfombrada, esas memorias de un amor irrompible y esas letras desgarradoras, entendió bien dicho concepto y en cinco minutos exactos encapsuló arte doliente, sangrante, entrañable.
«You were the love for certain of my life, for 50 years simply me beloved wife, with another love I’ll never lie again…»
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