En noviembre de 2014 Dolores O’Riordan se separó de su marido Don Burton, según revelaciones de la madre de la vocalista y líder de The Cranberries a la prensa.
«Está pasando por una separación en este momento. Eso es duro para cualquiera», declaró en una entrevista la señora, de nombre Eileen, justo cuando su hija cumplía dos décadas de lazo sentimental, reafirmándose hasta entonces como una de las relaciones más sólidas de la farándula en la República de Irlanda.
La noticia sorprendió a muchos, ya que el vínculo entre Dolores y Don era considerado como uno de los más estables y sólidos en la farándula de la República de Irlanda. Y era, a su vez, una bella historia de amor para una artista que justo 15 años antes había lanzado la canción «Promises», exponiendo en las letras el tema del divocio y lo endeble que resulta, hoy día, el concepto de amor eterno.
Aquel corte, de marcada vehemencia, guitarras potentes y una interpretación rabiosa de parte de O’Riordan, fue el primer sencillo de Bury The Hatchet, álbum que marcó el regreso del cuarteto irlandés a los escenarios en la agonía del siglo pasado.
«Es una canción algo sarcástica. Es decir… de mucho de lo que nos dijeron cuando niños acerca de lo eterno. Luego la gente se casa y tiene cuatro divorcios en la vida», explicó en aquel tiempo Dolores al canal 4Music.
«Me preguntaba si había esperanza para alguien en cuanto a tener un amor para siempre», añadió la cantautora con respecto a la composición que escaló muy alto en países como España, Italia, Bélgica, Reino Unido y Canadá.
La convicción en Dolores parecía irrompible en 1999, precisamente cuando declaraba en cuanto medio de comunicación se pudiera que la familia era lo más importante, lo básico, lo esencial en su vida.
Y que Don, el ex mánager de gira de Duran Duran con quien procreó tres hijos, era el bastión del nido.
«What of all the things that you taught me, what of all the things that you’d say, what of all your prophetic preaching…»
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