«Suspicious Minds» fue el último gran hit de Elvis Presley en vida. Un tema de letras pegajosísimas que, en su momento, y aunque suene a un absurdo entretejido de palabras, perteneció a su verdadero autor.
Porque a partir de que «El Rey» plantó su vocerrón de dandy sobre la pieza compuesta tiempo atrás por Mark James, todo cambió: los honores se traspapelaron y la maqueta original del ordinario cantautor nacido en Texas quedó sepultada por una versión aderezada con patillas largas, pantalones acampanados y rangos vocales de un intérprete astral.
«A inicios de 1968 el productor Chips Moman me pidió venir a Memphis a escribir canciones para su compañía. Vivía en Houston y había escrito tres hits que habían logrado el número uno en el sur. Una noche, pasando el rato con mi guitarra Fender y mi órgano Hammond, surgió una melodía pegadiza», recapituló James en 2012 ante el Wall Street Journal, para luego profundizar en las letras de «Suspicious Minds». «Estaba casado con mi primera esposa, pero aún sentía cosas por mi amor de la infancia, quien vivía en Houston con su esposo. Mi mujer intuía algo, era una época muy confusa para mí. Sentía que los tres estábamos atrapados en una situación sin remedio.»
Hormigueando en tal laberinto, a Mark le brotaron tres frases que se volvieron ejes de la composición a pesar de que en ellas desnudaba la cruzada que lo tenía ido, aplanado y sentimentalmente averiado: «Caught in a trap, I can’t walk out, because I love you too much, baby…»
El corte de James quedó muy lejos de penetrar las listas de éxitos en 1968, así que Don Cruise, compañero de Chips Moman, pensó en una segunda oportunidad para inicios del siguiente año. Había que pasarle el balón al goleador del momento, al encantador de masas.
«Le puse (a Elvis) el disco de Mark y se volvió loco. Quería escuchar la canción una y otra vez; se la aprendió de inmediato», reveló Moman.
Entre las cuatro y las siete de la mañana del 23 de enero de 1969 se realizaron las nuevas grabaciones en los estudios American de Memphis. La cosa fluyó mejor de lo esperado, con todo y que la ciudad se encontraba sitiada por una tensión racial mayúscula producto del asesinato de Martin Luther King nueve meses antes. Según el trompetista fichado para aquellas sesiones, Wayne Jackson, dos perros custodiaban la entrada del inmueble mientras un guardia daba vueltas en la azotea vigilando el estacionamiento.
Siete meses después, la versión patilla de «Suspicious Minds» fue publicada y ascendió meteóricamente hasta alcanzar la cúspide del Billboard Hot 100. En medio de la gloria, guapo como nunca y en un estado de gracia que hizo burbujear a miles de chicas, Presley fue un agradecido y aprovechando un recital donde no quedó una butaca sin ocupar, pidió reconocimiento total para el arquitecto de su más reciente hit.
«Elvis me llamó y me invitó a su concierto en Las Vegas justo cuando ‘Suspicious Minds’ subía en los charts. Cuando la interpretó, le dijo a la audiencia ‘Tenemos a un gran letrista en el público esta noche‘. Y me presentó amablemente», recordó emocionado James, el culpable de todo, el genio que hurgó en su desazón y halló una forma excelsa de desahogar sus angustias. El texano común y corriente que no pudo olvidar al gran amor de su infancia… mientras dormía con su esposa.
Opina en Radiolaria