«Y hay una canción en el álbum titulada ‘Blood Runs Cold’, acerca del guitarrista Steve Clark, quien murió en 1991. La composición aborda crudamente cómo la banda reaccionó a tan desgarradora tragedia.»
Así remató MTV News una nota de mayo de 1996 a propósito del entonces nuevo lanzamiento de Def Leppard, el controversial Slang.
En efecto, pese a toda la experimentación y cambio de sonido en los que el quinteto liderado por Joe Elliott se sumergió para insertarse en la década copada por el grunge, hubo un tema que descolló lejos de amarres, prejuicios ni influjos de la rabiosa Seattle.
No era un corte azucarado ni tribunero, sino un tributo sangrante a Steve Clark, el duende rubio del grupo que la noche del 7 de enero de 1991, en su lujosa casa de Chelsea, le comunicó a su prometida de 36 años, la estadounidense Janie Dean, que saldría unos minutos. Antes de cerrar la puerta, prometió que no iría a ninguna taberna a beber.
Cuatro horas después, Steve retornó y tocó el timbre. Al abrir, Janie vio al guitarrista de 30 años desplomarse frente a ella, inconsciente.
Furiosa por la evidente ruptura del trato, Dean lo colocó en un sofá y se fue a dormir… solamente para hallar al músico al amanecer en la misma posición, inmóvil, con las manos frías y el rostro azul. De su boca emanaba sangre.
El título «Blood Runs Cold» sería preciso al recapitular estas escenas, descritas a detalle por la norteamericana en un tabloide local: «Empecé a gritar, entré en shock y me escuché diciendo ‘¡Despiértenlo!’ No lo podía creer (…) Los paramédicos que llegaron a auxiliarnos dijeron que era tarde, que Steve se había ido hacía mucho…»
La tragedia que ensombreció al mundo del rock ese 8 de enero sucedió mientras Def Leppard horneaba su quinto disco de estudio, Adrenalize.
«Para ser justos, nadie pudo haber hecho más de lo que hicimos como banda. Phil (Collen) y Joe (Elliott) asistieron como auténtica familia a las reuniones de AA. Cualquier individuo que haya vivido cerca de alguien en tal estado de fragilidad como el de Steve comprendería cuánta vida te arrebata (el alcohol)», declaró a Billboard Rick Savage, culpable directo de una memorable prominencia del bajo en la toma final de la canción.
El propio «Sav» admitió que no fue sino hasta que la cuadrilla de Sheffield estuvo en plena gira de promoción de Adrenalize que las heridas empezaron a cerrar y el luto se volvió resignación, aun cuando fue imposible olvidar al greñudo de la lira que desquiciaba multitudes con «Stagefright», «Die Hard The Hunter» y «Armageddon It».
Casi 25 años después de la muerte de Stephen Maynard Clark, quien yace enterrado en el cementerio Wisewood de Sheffield, su inseparable amigo Phil Collen retomó en el libro Adrenalized la desgracia que inspiró «Blood Runs Cold».
«Fue una experiencia en extremo emocional que nos partió a todos los involucrados«, escribió el guitarrista, quien en dichas páginas describió que ya desde una noche de 1989, en la que Steve fue sacado inconsciente de un bar en Minnesota, un galeno les alertó sobre el enorme peligro que corría por su modo de beber: «El doctor nos dijo en aquella ocasión que el nivel de alcohol en la sangre de Steve era de 0.59. Eso no nos dio mucha referencia hasta que nos explicó que la cifra que acabó con la vida del baterista de Led Zeppelin, John Bonham, había sido de 0.41.»
En 2012, el crítico musical Michael Sandler rescató en un texto algunas composiciones de Slang y lamentó que «Blood Runs Cold» hubiese quedado olvidada sin más: «Una lástima, porque Elliott brinda una tremenda interpretación vocal«.
No era para menos, la oda al difunto Clark merecía tal empeño de parte de la agrupación eternamente entusiasta que, de pronto y contra su costumbre, experimentó un desmoronamiento vivencial y optó por componer un himno doliente que recordara la funesta madrugada en Chelsea.
«Somebody somewhere is screamin’ out the words, but do they ever really ease the pain? I guess what I’m trying to say… is whose life is it anyway…»
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