RADIOLARIA

En los albores de los 90 al fortachón Glenn Danzig le encantaba pasear por el escenario con el torso desnudo, intimidar a más de uno y mostrar su enorme musculatura mientras gritaba sin piedad los versos de «Mother», su himno de 1988.

Y las masas enloquecían…

«Recuerdo cuando escribí ‘Mother’. Es la canción que siempre quise componer, es potente e increíble, pero supongo que en aquel tiempo era demasiado potente y demasiado increíble porque espantó a muchos», dijo el artista a MTV en 1994.

Aquella gema fungió no solamente como el gran trancazo comercial del disco debut de Danzig (homónimo), sino como un feroz puñetazo para una organización surgida en 1985 y por la cual el nacido en Nueva Jersey sentía repulsión absoluta.

Las letras de «Mother» eran un dardo dirigido al PMRC (Parents Music Resource Center), un comité estadounidense que tenía el objetivo de censurar canciones por su contenido explícito, violento o sexual. Era un lobby liderado por Mary Elizabeth Gore, esposa de Al Gore y mejor conocida en la gran nación como «Tipper».

«Al Gore quería decirle a la gente lo que podían escuchar y lo que no, lo que podían grabar. Básicamente llegué a la conclusión de que él no iba a dejar a nadie grabar música que no considerara propicia; iba a crear una organización para dictar lo que podías o no grabar. Fue verdaderamente fascista», expuso Glenn Danzig en una entrevista publicada en 2013.

«Los demócratas son fascistas disfrazados de liberales o moderados liberales. No estás autorizado a decir nada con lo que ellos estén en desacuerdo. No tienes permiso de nada. Además, todo este mensaje de Obama de ‘Puedo matar a quien sea con un avión no tripulado, sin juicio de por medio’ es perturbador».

Fue precisamente aquella organización la que logró que muchos discos, especialmente de rock y metal, lucieran un pegote con la leyenda «Parental Advisory». El primer álbum de Danzig, en el que se insertaba «Mother», fue merecedor de tal estampa a pesar de no agredir directamente al escucha con términos altisonantes.

«Pero fue por su contenido. Nos gusta hacer pensar a la gente, y eso no está permitido en Estados Unidos. No te dejan conscientizarlos para que cuestionen a su gobierno o a la autoridad», expuso el músico, a quien muchos han tachado de «satánico» y a quien lógicamente un buen número de partidarios del ala demócrata estadounidense ha calificado una y otra vez como republicano «oportunista» e «hipócrita».

«Quien diga que soy satánico, puede venir a chuparme el pito», lanzó en otra ocasión a VH1 el hombre cuya voz ha sido comparada con los tonos de Roy Orbison y Jim Morrison.

En 2010, durante un programa televisivo transmitido en vivo, a Glenn le preguntó su interlocutor si algún día sería capaz de escribir una canción más amigable y no de tintes agresivos, oscuros o hardcore. Con su habitual modo frontal de decir las cosas, el veterano respondió que podría componer todo un álbum de horror que resumiera la administración de Barack Obama.

El Glenn de siempre, el bad ass por antonomasia, el demonio claridoso que desde aquella joya de 1988 mostró su postura al mundo.

«Mother, tell your children not to walk my way, tell your children not to hear my words, what they mean, what they say…»