Los asistentes al V Festival 2011 recordarán a Rihanna saliendo al escenario con cabellera de sirena recibiendo al sol crepuscular, escoltada por cuatro chicas, luciendo un apretado short color negro y torciendo la cadera con la habilidad de una anguila. Coqueta y sensual, deshilachaba brazos y piernas al son del cachondísimo «Oh nana, oh nana» del hit que la tenía en el boca-a-boca de aquel año: «What’s My Name?»
Apenas meses atrás la musa de Barbados había asaltado la radio con esta aleación de reggae, pop y ska cuyas letras hacían que la diferencia entre amor y sexo fuera casi imperceptible. De novedoso el recurso no tenía nada, pero el ritmo embriagante de la melodía sí que lograba sacar vampiros a la luz, así que no fue difícil que el segundo single del álbum Loud hiciera cumbre en la listas de popularidad británica y estadounidense.
A groso modo, el mérito es de Ester Dean, una habitual colaboradora de nombres que se volvieron fundamentales para cierto sector de la industria musical en el comienzo de este siglo como Christina Aguilera, Katy Perry y Usher.
«Ella simplemente me atrapó con todo lo que expresa y la manera en que lo expresa. Hay quienes se quedan a medio camino, pero ella sabe de esto y entiende exactamente lo que la gente quiere escuchar», dijo Rihanna con respecto a su cómplice Ester durante una entrevista con Billboard.
Dean no tardó en corresponder al elogio de la caribeña, a quien llenó de flores, reconociéndole docilidad, apertura y un gusto muy sencillo (hoy tan inusual) por cantar con el alma y dejar el resto en manos de la producción.
La versión de estudio de «What’s My Name?» incluye a Drake, un canadiense coquetón a quien la morena le echó el ojo originalmente para una remezcla de la composición. Imposibles de esquivar, las malas lenguas enrollaron las cosas y atribuyeron la colaboración a un romance que supuestamente ambos habían tenido un año antes.
«Drake es el rapero del momento y siempre habíamos querido trabajar juntos», se excusó Rihanna sin dar mucha bola a las conjeturas. «Es la única persona que consideré que podía entender a profundidad la melodía desde el primer momento. Él dijo… ‘Sé lo que debo hacer a detalle y me encanta…’»
El 16 de noviembre de 2010 la revista Spin, vía la pluma de Stacey Anderson, sentenció que el álbum Loud desquitaba cada dólar invertido en su manufactura y publicación, pero alertó a la vez sobre la primera línea cantada por Drake en el referido sencillo, mencionando que ninguna mujer debía pasar por alto semejante insinuación: «I heard you good with those soft lips, yeah, you know word of mouth. The square root of 69 is 8 something, right, ‘cuz I been trying to work it out…»
Con esa voz carente de timidez, Rihanna contestaba en sus versos a esto que muchos concebían como una clara alusión al sexo oral. Un juego de sábanas sin cama, un flirteo electrizante, un toma y daca que invitaba a dilatar la imaginación y pensar que la dupla sí traía algo entre manos. Como si la pieza fuese, en sí misma, una habitación de hotel y el noviazgo… mera cuestión de tiempo.
En 2016 Drake admitiría públicamente: «He estado enamorado de ella desde que yo tenía 22 años…» Dicho esto, algunos empezaron a hacer cuentas.
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