A Morrissey siempre le fascinaron los pandilleros. Los auténticos cotidianos anónimos. Esos que se baten a duelo sin necesitar que se acabe el día, sin promesas, garantías ni arraigo. Esos entre los que varios se persignan a ojos cerrados porque, vaya uno a saber…
En 2004 varios periodistas intentaron sacarle al británico sus motivaciones detrás del atrayente título «First of the Gang to Die», segundo sencillo de You Are The Quarry, disco con el que Stephen Patrick disolvió una sequía de siete años y al que presumió como el mejor trabajo de su vida.
«La relación que tengo con las pandillas se basa en la envidia porque de joven nunca fui parte de una, pese a que era mi deseo», afirmó el cofundador de The Smiths en una conversación con Jake Arnott. «Me parece un pasatiempo enteramente satisfactorio ser parte de una pandilla, sobretodo por ese concepto de violencia en carne propia. Vivir en el agujero me resulta fascinante… expuesto a ese toma y daca de la vida», abundó «Moz», quien posaba en la tapa del álbum elegantemente vestido, sujetando una ametralladora.
Para entonces el vegano había cambiado de nido para instalarse en Los Angeles, una de las guaridas más extensas de pandillerismo y vandalismo en Estados Unidos. Y si bien dijo que echaba de menos «la ridiculez y lo absurdo de los británicos», se puso en modo esponja y se empapó de un sol distinto, de un acento latino y de la vibra de una frontera caliente con México. Así fue pan comido tejer una historieta de gamberros chicanos del este de Los Angeles con un ficticio «Hector» como protagonista de «First of the Gang to Die».
En la charla con Arnott el inglés detalló varias razones por las cuales encontró en esta ciudad norteamericana un patio mágico a pesar de que antes bailaron en su mente Florencia y París.
Igual admitió que un día volvería a su tierra porque los excesos de Beverly Hills no dotaban de salud a un ente solitario y oscuro. Al final, era el mismo tipo que alguna vez confesó que su primerísimo anhelo por la mañana era encontrar la manera perfecta, pacífica y diplomática de eludir la mayor cantidad de gente posible en las siguientes 24 horas. Y montado en su Jaguar a toda velocidad, con la mirada clavada en el horizonte y barriendo hombrecillos con las ráfagas de aire, cumplía su capricho: «Se dio el momento de abrir distancia entre el pasado y yo, y para eso, a veces, uno tiene que ir a vivir a otro sitio. Yo nací y crecí en el norte de Inglaterra, bajo la lluvia.»
Años después, Larry King lo cuestionó sobre la extraordinaria lealtad de sus seguidores mexicanos y la forma en que la gente suele enloquecer al escuchar los primeros acordes de canciones como «First of the Gang To Die». El copetudo atajó: «No lo sé explicar, pero lo veo como algo hermoso. Supongo que todo viene de la pasión por la música y los mexicanos son muy apasionados y les place escuchar algo acerca de la realidad.»
El single en el que Morrissey licuó la pólvora con el evangelio de los callejones angelinos acabó siendo la columna vertebral de You Are The Quarry y escaló hasta el sexto puesto en Reino Unido, además de instalarse como uno de esos cortes que causa el pandemónium cuando el dandi no se anda por las ramas y lo escoge como primer balazo de su arsenal de hits en vivo.
En la tarima, como en los arrabales, el disparo inicial siempre muestra el tono de la refriega.
«We are the pretty petty thieves, and you’re standing on our street… where Hector was the first of the gang with a gun in his hand , and the first to do time, the first of the gang to die…»
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