No fueron pocos los que cayeron cautivados por la voz de la neozelandesa Bic Runga en 1997, cuando uno de sus sencillos se fue escurriendo de oreja en oreja y de labio en labio, sin saber bien a bien quién la había compuesto.
El título del mismo era “Sway”.
Fue una rola básica e infaltable en las grabaciones con dedicatoria de los años 90, de las desesperadas cartas de amor que debían incluir una letra simple con sentimiento hondo y afilado, aderezado con una hermosa melodía y un modo de interpretar que calaba hasta los huesos.
«La escribí mientras estaba en Irlanda. Justo cuando me dirigía hacia el aeropuerto, me percaté de que en lo alto de un puente estaba escrita la palabra ‘sway‘. Nunca comprendí cómo alguien pudo haber trepado hasta allá y pintar eso ni el motivo para escribir esa palabra, pero decidí que sería justamente el título de mi siguiente canción», expuso la cantautora, quien se entregó a la música desde niña y se enroló en cuadrillas de jazz durante su adolescencia.
«Sway» formó parte de un álbum no tan conocido (al menos no más allá de Oceanía) y titulado Drive, pero fue mundialmente difundida un par de años después al ser incluida en la banda sonora de la película American Pie.
En 2001 fue votada por los miembros de la Australasian Performing Rights Association como la sexta mejor canción en la historia de Nueva Zelanda, y con los años se ha consolidado como un motivo de miles de novatos que tratan de tomar una guitarra para realizar tocar y cantar… con alguien en mente.
«It makes me so tired, I feel so uninspired. My head is battling with my heart, my logic has been torn apart…»
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