Frases como «As a friend, as an old enemy» y «Take your time, hurry up» parecían confirmar que las contradicciones mordisqueaban la cabeza de Kurt Cobain.
Por eso las teorías alrededor de sus letras abundaban y, si él no tenía gentileza de escarbar en ellas frente a los micrófonos, llovían las teorías, las leyendas y uno que otro disparate. «Come As You Are», single de 1992, es uno de esos grandísimos títulos de Nirvana que quedó como ejemplo a razón de que al rubio de Aberdeen sólo le vino en gana decir: «Es acerca de la gente y de cómo esperamos que actúe cada individuo.»
Al hurgar en las motivaciones de su amigo, el bajista Krist Novoselic más bien corroboró que la mente de Kurt era terreno inhóspito, oscuro y situado a años luz de los cantautores postizos: «La forma en que las letras se mezclan con la voz y la estética crea un mundo aparte y cuando ya estás en ese mundo, hace sentido la frase ‘Come as you are’. No digo que de eso trate la canción, es sólo la forma en que concibo las letras. Es hermosa, fluye muy bien y te atrapa.»
Cuando en abril de 1994 el mundo del rock quedó patas arriba al saber que Cobain había aparecido muerto junto a una escopeta en el invernadero de su terruño en Seattle, a un buen número de seguidores de Nirvana le cimbró un campanazo entre tanta zozobra. Estudiosos de la biblia del grunge, reabrieron la libretilla del álbum Nevermind, revisitaron «Come As You Are» y sintieron picazón al leer la línea «No, I don’t have a gun» que el güero, colosal y desgraciado, había dejado grabada una y otra y otra vez. Parecía, de menos, el hematoma de una ironía, una trágica tomada de pelo, acaso la última traición de Kurt a quienes lo veneraban y creían que sus momentos huracanados se habían disipado. Al respecto, se supo que el arma conectada con su muerte, una Remington M-11 semiautomática, había sido comprada por Cobain el 30 de marzo en las ofertas de la tienda Stan Baker Sports bajo recomendación de su amigo Dylan Carlson, un habitual buscador de gangas.
Pero no había novedad. Al cantante de estructura menuda y voz gigantesca le placía tener armas en casa. «Me gustan, disfruto disparar cuando voy al bosque. Además, sirven como protección, yo no tengo guardaespaldas…», admitió a la Rolling Stone tres meses antes de pegarse un tiro en el rostro.
En 2014 emergió una pista colorida cuando Charles R. Cross, escritor de Here We Are Now: The Legacy of Kurt Cobain and Nirvana, reveló que «Come as you are» era exactamente el eslogan con el que el viejo hotel Morck se anunciaba en la década de los 40.
«El Morck ha estado en ruinas durante años, pero fue uno de los muchos sitios en Aberdeen donde los amigos de Kurt me dijeron que él durmió en su época sin hogar (en los años 80)», dijo Cross. «Es un giro fascinante y tal vez la explicación del origen del título de uno de los mejores temas de Nirvana.»
Con todo, Cobain siempre dudó de la publicación del corte como sencillo posterior a «Smells Like Teen Spirit» porque desde su génesis lo concebía como una muela picada.
«Kurt estaba nervioso porque el riff era muy similar a una canción de Killing Joke (‘Eighties’)», admitió el otrora manejador de Nirvana, Danny Goldberg. «Al final, tenía razón. Killing Joke se quejó.«
La cosa no escaló a papeles legales porque a esta banda no le convenía arrojar la piedra. Sus propios acordes recuperaban aromas de «Life Goes On», de The Damned, y «Baby Come Back«, de The Equals.
Sobra ahondar. Como sucedió con otros asuntos truncos, el último disparo de Kurt, el que nadie oyó, sepultó la mucha o poca prehistoria de la bella «Come As You Are».
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