Tras nueve minutos de silencio, cuando parece que se ha terminado el Without You I’m Nothing, uno de los álbumes fundamentales de Placebo en los años 90, de pronto se dejan venir algunos sonidos que desembocan en un track que si se catalogara de «siniestro», sería una descripción flaca, insuficiente.
Con un ritmo idóneo para potencializar la sensación de paranoia, a la mitad del corte se escucha la contestadora telefónica de la casa del vocalista Brian Molko, con su respectivo mensaje:
«Message received at 9:50 p.m. on Thursday the 23rd: Hey Motherfucker, I’m after You, I know where you live«.
Y después, casi al final de este track que no aparece escrito en el listado oficial del disco, pero que se titula «Evil Dildo», se escucha otro tétrico recado en voz de una mujer, tal cual lo explicó Molko.
«Yo no escribí eso. Son amenazas reales de muerte que fueron dejadas en mi máquina contestadora. Las palabras exactas eran: ‘I will fuck you up the ass and I will sneak into your room and cut your cock off and stuff it in my mouth and chew it up with my little teeth.»‘
Brian jamás llamó a la policía, pero eventualmente se mudó porque admitió que era una época peligrosa. En ciertas entrevistas entre 1998 y 1999 asumió que era amado por muchos y odiado por una cantidad semejante. Su look ambiguo era la primera de las excusas para desatar este tipo de locuras.
Sólo Placebo podría hacer esto. Un álbum predominantamente melancólico, salpicado de un desenlace misterioso con un título a la medida, hecho por un sastre de la música negra como el Molko noventero. El hombre que prefirió colocar los motivos de su angustia en una canción que ponerse a llorar.
Si la vida es tétrica, la música también.
Opina en Radiolaria