Fumata gris: Richard Ashcroft, el papable de 1998

The+VerveEn mayo de 1998, hace justo 15 años, Richard Ashcroft era uno de los músicos más asediados por la prensa. Había motivos de sobra: The Verve reinaba en Inglaterra con Urban Hymns.

Con el orgullo del esfuerzo de años recompensado por millones de ventas y reconocido por millares de fans, la banda de Wigan aprovechó la pelea de Oasis y Blur para meterse a la casa de los sueños no por la puerta, sino por la ventana, por donde menos se esperaba.

Y ahí, el entonces flaco de 26 años se mostraba complacido, siendo ampliamente halagado por su sinfonía máxima… «Bittersweet Symphony», la cual llevaba pocos meses de hacer estallar la radio en un sinfín de países.

Justo en esas semanas contó que en una visita que había hecho a El Vaticano tuvo tratamiento intensivo de parte de los paparazzi y otros fans que le profesaban tanta devoción como a San Pedro, sólo que a Richard no le sobaban los pies, sino que lo querían besar en pleno atrio.

«No pude estar ni 15 minutos ahí. Le decía a esos fans ‘¡Recorrieron medio planeta para venir a ver este lugar y me siguen a mí! ¡Hagan algo con sus vidas!, ¡están en El Vaticano!’», contaba el vocalista cuyo padrasto llegó a fungir curiosamente como clérigo.

Ni qué remedio. Ashcroft acaparaba todas las revistas de esos meses en detrimento de los demás miembros de The Verve por culpa de un álbum que había vendido 4 millones de copias en 8 meses para adjudicarse cinco discos de platino en la isla.

Ahí, justo en los suelos de El Vaticano, huyendo de los fieles y «religiosos» de The Verve, el rockstar se había glorificado, exorcizando sus demonios y olvidando las épocas bañadas en drogas y depresiones. Irónicamente, se cumplían cinco años de haber publicado un material titulado Storm In Heaven, el cual no alcanzó el cielo ni mucho menos. De hecho, haber tocado en un escenario secundario de Lollapalooza ’94 había sido el máximo honor de la pandilla.

Pero con Urban Hymns, Richard había triunfado, y a las afueras de San Pedro, correteado y con prisas derivadas de su fama, proclamaba su credo y exaltaba sus méritos: «Es un ejercicio de humanidad. Se necesita una cabeza sensible para hacer un disco de puta madre. Enfrentémoslo: no salen muchos discos geniales de gente fría e insensible, ¿no?».

Mayo de 1998, fecha en que buena parte del mundo veía en Richard Ashcroft a un papable. El problema es que no se celebraba Cónclave alguno.

Fumata gris.

5 respuestas a “Fumata gris: Richard Ashcroft, el papable de 1998”

  1. There’ll be no better time
    There’ll be no better way
    There’ll be no better day to save me

  2. Es que algo tiene ese flaco tan enigmatico que me encanta, yo no lo hubiera perseguido a tal grado pero si que le hubiera visto con admiración y quizás hasta un poco de lujuria desde otra esquina jajaja

    Que pecado cometí! jajajajajaja

    tqmmmmmmm

  3. Padre nota, como todas las que subes! PD Sugiero escuchar la version de Lukas Rossi de Bittersweet Symphony, esta en You Tube

    1. Ahora mismo la buscaré, muchas gracias querida amiga

  4. Pero qué buen grupo!!! La primera vez que oí Bittersweet Symphony se me puso la piel chinita!!!! Obvio fue en el final de la película Cruel Intentions….

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