Hace exactamente 15 años Madonna brilló como nunca antes (y nunca más) en su carrera.
Bajo la producción del genio británico, William Orbit, el disco Ray Of Light fue lanzado el 3 de marzo de 1998, convirtiéndose a la postre en uno de los más importantes en la carrera de la rubia y, a juicio de muchos, en su mejor álbum.
La tirilla de 13 canciones envuelta en tonos azulados y una imagen fresca colocó a la diva nuevamente en una posición de privilegio dentro de la escena musical, con un estilo diametralmente distinto al que entonces manejaba en cada una de sus producciones y con temáticas más elevadas de lo habitualmente expuesto en sus letras.
Ray Of Light fue concebido entre los meses de mayo y septiembre de 1997 en tierras californianas. Madonna no llevaba tanto tiempo de haberse convertido en madre por primera vez, hecho que coincidió además con un fuerte interés de la artista hacia cuestiones del hinduismo y la Cábala, lo que se reflejó en varias de las composiciones del disco como «Sky Fits Heaven» y «Shanti/Ashtangi».
«He estudiado la Cábala como interpretación mística de la Torá. He estudiado budismo e hinduismo, además de que conozco muy bien el catolicismo y puedo decir que hay verdades universales que los conectan a todos y eso me parece algo genial», declaró Madonna poco después del lanzamiento del disco.
Dado el éxito de la producción con piezas impecables como «The Power Of Goodbye», «To Have And Not To Hold» y «Frozen», el trabajo de Orbit cosechó elogios por doquier, además de asegurar una participación en el siguiente álbum de la estrella.
«Yo no reinventé a Madonna, ella me reinventó a mí. Es decir… ¿dónde estaba yo antes, quién era yo antes de trabajar con ella?», expuso el modesto Orbit.
Al final, no resultó extraño que Ray Of Light llegase a la cumbre de las listas de ventas de países como Reino Unido, España, Alemania e Italia, aun cuando en Estados Unidos se topó inesperadamente con un gran oponente: la banda sonora de la película Titanic.
Han pasado 15 años desde entonces y Madonna parece estar muy lejos de los niveles alcanzados en aquel discazo que le permitió reinar por sustancia y no sólo por inercia. Sus fans la veneraron auténticamente, más allá del amor incondicional que suelen mostrarle tras cada lanzamiento. Aquí, en verdad, comulgaban todos los devotos, de todas las corrientes madonnianas, en torno a un pedazo de cielo, a un rayo de luz.
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