¿Cuántas historias se han edificado alrededor de «Hotel California»? La pregunta es una obviedad en sí misma.
El mismísimo Don Henley jamás ha querido echar por tierra esas fantásticas imágenes que las legiones del hard rock ha levantado en torno al tema que Eagles compuso en 1976. Ha aceptado que le encantan todas ellas, las exageradas, las «lógicas», las orientadas al sexo y a las drogas, vaya, hasta las diabólicas que han terminado siendo mayoría y se han incrustado irremediablemente en la estructura cultural del sur de Estados Unidos y del estado de Baja California Sur, donde se ubica un pequeño inmueble llamado Hotel California, en el pequeño pueblo Todos Santos.
La verdad es que con el paso de las décadas la ficción ha superado a la realidad. Más allá de mitos y leyendas, la composición está orientada al lado perverso del sueño americano y a los excesos de la «vida alta» en Los Angeles, pero sobre todas las cosas se basa en un antiguo amor del propio Henley con quien tuvo un desagradable rompimiento justo antes del lanzamiento del álbum Hotel California: Loree Rodkin.
«Her mind is Tiffany twisted, she got the Mercedes Bends; she got a lot of pretty pretty boys that she calls friends…«.
Queda claro que una buena parte de la letra era directa y contundente en contra de Rodkin, mujer con quien Don admitió cometer un gran error, situación alejada de las historietas basadas en el hotel, de las drogas y hasta del inoportunamente invocado Satán, con todo y su infierno.
«Yo no tendría nada qué presumir si fuese la señorita Rodkin», afirmó en su momento un Henley que seguía mostrándose arrepentido por tal romance.
Para terminar, hay que reconocer que tan o más memorable que las grandes historias sobre la canción es el duelo de guitarras de Don Felder y Joe Walsh en los minutos finales de la misma. Es un sello auténtico de uno de los grandes himnos en la historia del rock, el cual, pese a las constantes aclaraciones de los miembros de Eagles, seguirá agrandando una nube de teorías incontenible acerca de su origen. No por nada, el Hotel California de Baja cobra poco más de cinco dólares por un tour en sus entrañas derivado de una linda y conveniente coincidencia que no tiene fundamento real ni conexión musical.
El eco ha terminado siendo más grande que la voz.
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