Transcurren las décadas y el efecto es básicamente el mismo: nadie o casi nadie se resiste a la velocidad de «You Spin Me Around (Like a Record)». De menos… mueven las orillas de los dedos.
Con aquella pieza high-energy la banda Dead or Alive puso de rodillas a miles de ingleses entre 1984 y 1985 y, de paso, obsequió a las discotecas de la época un momento cúspide en su programación ya bien entrada la madrugada.
Grabada en una jornada de 36 horas suficientemente agotadoras para que el productor Pete Waterman debutara y se retirara como cocainómano, la composición acabó siendo una ametralladora quiebrapistas de ritmos embriagantes, sazonada con cuerdas que emanaron de «La Cabalgata de las Valquirias» de Richard Wagner. Era, sin una sombra de duda, el máximo reflejo sonoro de su creador Pete Burns, la andrógina estrella del grupo que cuando trabajaba en una tienda de discos de Liverpool soñaba con volverse un día amo y señor de las listas de popularidad.
«Era el sonido de lo underground, el sonido que era fundamental y exclusivamente accesible en los clubes gay. Y salió de esos lugares para insertarse en la radio comercial, lo cual fue una victoria. Tenía un toque mágico», recordó el vocalista en 2012 a The One Show.
Para marzo de 1985, la escalada del corte hizo cumbre en Inglaterra, pero luego el martillazo sobrepasó el Atlántico y en Estados Unidos llegó al decimoprimer escalón, respaldado por un animoso video en el que Burns aparecía con un atuendo morado de terciopelo y se contoneaba como la tía loca de la fiesta. Y la cosa sí que funcionaba. Verle resultaba contagioso.
Básica para entender los laberintos de la década, «You Spin Me Around (Like a Record)» quedó cincelada en las paredes del new wave y en la mente de otros geniecillos sin mucha discusión. «Esa canción es un hito de la música británica y nunca envejecerá», opinó Morrissey.
Fue también el motivo por el que Madonna ofreció a Dead or Alive un sitio de privilegio como teloneros en su Who’s That Girl World Tour de 1987. Sin embargo, el bello Pete rechazó la propuesta debido a que su madre pasaba sus últimos días batallando contra un cáncer. Uno de los representantes de la diva tuvo el detalle de dejar al cantante un patético mensaje en su contestadora: «Si no quieres que tu carrera se muera de cáncer como tu madre, empaca ahora mismo tus cosas.»
El inglés se mantuvo con su progenitora hasta el beso que selló el adiós y disfrutó de un receso que se alargó hasta 1989, sin poder recuperar el éxito de antaño.
El frontman de voz profunda y potente intentó amoldarse a los nuevos tiempos de una forma difícil de explicar, pero del que podría resumirse que con sus cardados y ropajes extravagantes dejó al célebre Boy George pareciendo un sobrio capellán. Su rostro, por principio de cuentas, sufrió una tragedia quirúrgica que cada año fue a peor, pulverizó los ahorros de su vida y terminó convirtiéndolo en un ser atrapado entre dos sexos, irreconocible y ajeno al Pete de la infancia, además de volverse blanco favorito de las morbosas fotogalerías de Antes/Después.
Pero, aunque cruda y triste hasta lagrimear, esa es otra historia…
«All I know is that to me, you look like you’re lots of fun, open up your lovin’ arms, I want some, want some…»
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