Testigos mudos de una estancia ruidosa. Así han sido los hoteles para una infinidad de huéspedes que, al amparo de la música y la fama, han convertido una firma de hospedaje en un festín ingenioso, un rato inolvidable o un ataúd con puerta y ventanas.
El tema viene a la memoria a propósito del reciente cierre del Chelsea Hotel de Nueva York, el mismo del que hablaba Joni Mitchell en «Chelsea Morning», el mismo que se puede admirar en el video que lanzó Dave Gahan en 2007, «Saw Something», y el mismo que inmortalizó Leonard Cohen en su celebérrima «Chelsea Hotel #2».
El viejo inmueble de fachada rojiza, construido en 1883 y reconocido como el más alto de Nueva York hasta 1902, ha recibido a otro bonche de estrellas como Keith Richards, Antony Kiedis, Patti Smith, Janis Joplin, Dee Dee Ramone y Bob Dylan.
Con sus consecuencias.
Tomando una de esas referencias, no puedo dejar de profundizar en la canción escrita por Cohen, el hombre que encontraba sexo en despilfarro al buscar amor en abundancia. No por nada había querido hospedarse en el legendario Chelsea, con el propósito de rafaguearse la pupila con las curvas de Brigitte Bardot, cosa que el destino le negó. A cambio de ello, una plática de ascensor con Janis Joplin terminó en placentero sexo oral dentro de una habitación del hotel, pisos más arriba. ¿Buen episodio?… Sólo Leonard sabrá, pero digno de una canción al menos fue.
«Te recuerdo claramente en el Chelsea; ya eras famosa, tu corazón era una leyenda. Dijiste que preferías hombres bien parecidos, pero que por mí harías una excepción«, reza la cuarta estrofa de aquella composición de Cohen. Tras el encuentro, Janis se fue sin más, y Cohen incluyó en cada concierto aquella noche fugaz con ella.
Y otras tantas anécdotas y tragedias construyeron la historia del Chelsea. A Sid Vicious, de The Sex Pistols, le culparon por la muerte de su novia al interior de tales paredes. Fue en la madrugada del 12 de octubre de 1978 cuando Sid encontró a Nancy Spungen tirada en el baño de la habitación 100, en ropa interior, sin vida y con una contundente herida en el abdomen. Él dijo no recordar nada, pero fue enviado a prisión para, poco después, salir bajo fianza. En la fiesta de celebración por ello, el 2 de febrero de 1979, Vicious murió a razón de una sobredosis de heroína que su propia madre le administró para «mitigar su sufrimiento por la muerte de Nancy». Ello sucedió a pocas cuadras del Chelsea Hotel.
Y más… y más. En su canción «Third Week in the Chelsea», el guitarrista Jorma Kaukonen detallaba profundos pensamientos sobre la posibilidad de abandonar a la mítica banda Jefferson Airplane.
Ya algún día tocaremos más a fondo el tema de los hoteles, el rock, el sexo y la muerte. Por lo pronto, echaremos de menos al Chelsea.
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