La historia detrás de las más grandes canciones

Como si fuera esta noche…

A Consuelo la movilizó una prohibición indirecta. Y la adolescencia agitada. Y la imaginación inquieta. Y la pulsión de sus dedos, siempre: «En aquel entonces oí que si yo daba un beso caería en pecado, así que dije… ‘Voy a hacer una canción que aborde esto y que todos crean que la hago porque la siento. Pero yo en realidad no había dado un solo beso».

Consuelo Velázquez dijo la verdad. La autora de la colosal «Bésame Mucho» no había escalado el primer pedazo terregoso de la gran montaña del amor táctil, del roce con saliva que une sin ambigüedades.

Ese fue su testimonio al recordar la composición que envolvió al mundo entero sin aviso. Y del origen de la pieza en castellano más reversionada en la historia de la música, Mariano Rivera Velázquez dio detalles en representación de su madre: «Desde antes de cumplir dieciocho años ella tenía la melodía en la cabeza, y cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la idea tomó forma, sobretodo las letras».

Líneas de incontenible añoranza, de impulsos inexplicables y oleajes lentos. No un beso, no dos, sino un torrente.

Consuelo Velázquez, la chica de labios gruesos que nació para llevar en su nombre el alivio ante el súbito fallecimiento de su hermana Esperanza por una tifoidea, echó por delante el deseo de los mil y dos mil besos cuando nada parecía acercarla a los hombres. «A ella le impactó mucho ver a todas esas parejas y matrimonios jóvenes que tenían que separarse con el riesgo de no volver a verse», reveló Mariano en referencia a los efectos del conflicto que carcomía a la mitad de Europa.

Casi una década después de ser escrita por la concertista jalisciense, el barítono de Santander, Emilio Tuero Cubillas, inauguró en el programa «La Hora Azul» las muchísimas voces que pusieron frente a sí esa hoja llena de letras y recitaron la canción de la urgencia y la ansiedad en la probable última noche, la posible última velada, en medio del temor a perder al amante querido en alguna de las batallas («Como si fuera esta noche la última vez…«).

Habiendo enamorado a medio México a través de la XEW, el tema se internacionalizó con el empujón de Decca Records, compañía que apostó por una versión instrumental para ser parte del filme estadounidense Follow the Boys. Después, Jimmy Dorsey y su orquesta hicieron arreglos nuevos con un castellano que no por sonar forzado perdió romanticismo, y la recompensa fue el primer sitio de la revista The Billboard. Quienes pagaron veinticinco centavos de dólar por aquella publicación del 25 de marzo de 1944 atestiguaron la hazaña que relegó a peldaños inferiores a baluartes como David Rose, Bing Crosby y Frank Sinatra.

Aun con bandos opuestos definidos, el último tramo de la gran guerra encapsuló un milagro: los soldados fueron más humanos que patriotas y «Bésame Mucho» fue adoptada por las fuerzas estadounidenses, británicas y rusas igual que por las alemanas e italianas. De esta espectacular anomalía en tiempos de odio fue informada Consuelito, como ella misma confirmó en una entrevista con Mario Talavera: «Se canta ahora en toda América, qué digo en América, ¡en todo el mundo! En Londres la canción mitigó el ruido de los bombardeos y, según entiendo, se volvió la preferida de los soldados que lucharon por la libertad. ¡Es bastante para alcanzar la inmortalidad!».

Más que pensar que su creación fue grabada en voz de Elvis Presley, The Beatles, Frank Sinatra y otras leyendas, Velázquez agradeció hasta sus últimos días las muchas veces que el bolero la llevó a mirar montañas y soles anaranjados desde la ventanilla de un avión, algo a lo que su imaginación de niña jamás llegó. «Dios me ha concedido que me inviten a viajar por todo el mundo con mi música. Algo que pude comprobar es que en todos los idiomas se sabían la canción», dijo Consuelito poco antes de morir y sin haber registrado el número exacto de besos que dio/recibió en vida.

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