Se lo topa en más de un sueño y sin alas con las cuales volar, se dice perdida. El recuerdo del rostro de él la la oprime, la acecha, la consume. Es muy probable que lo extrañe a tal grado que vivir se ha vuelto un calvario persistente, una tortura cotidiana por las heridas que no drenan. El mundo entero habla de todo eso que ella calla.
Líricamente, «Everytime» es la balada con la que Britney Spears respondió artísticamente a su exnovio Justin Timberlake y a su afilado y muy alabado sencillo de 2002, «Cry Me a River».
Abatida por el desmoronamiento de un romance chicloso que en los albores del siglo aportó todo un cuento de princesa y príncipe al firmamento pop y a las tapas de los pendencieros tabloides, Spears estrenó la mayoría de edad engarzando talentos con la corista y compositora Annet Artani en una casona cercana al Lago Como para dar forma y tono al corte. «En aquel entonces, Justin hablaba mucha mierda en las entrevistas de radio. Exponía cosas demasiado personales», remembró Artani. «Ella, en cambio, preservaba otra imagen, mientras que él salía a declarar ciertas cosas que ella no quería que se dijeran. Recuerdo que vivía muy mortificada.»
Igual ante miles de feligreses en sus shows que frente a varios periodistas, Britney dejó patente un orgullo enorme por haber escrito «Everytime», su primera composición como tal, la cual brotó de una tanda de piano que en minutos se llenó de luz. «Musicalmente, no había una pista ni nada, hice todo yo misma. Es una de esas piezas que, cuando la escuchas, te lleva al cielo. Te hace volar», dijo la güera sin aludir directamente a Justin.
Si el single publicado en 2004 fue controversial, el video a cargo de David LaChapelle multiplicó la polémica al dejar ver a una Spears volátil y flagelada por aquella relación en caída libre. Además, hubo chance de exponer en el clip su repulsión a los paparazzi, un mal necesario que se había vuelto una criatura acechándola en los hoteles y llenando de vaho los cristales de cada vehículo que la estadounidense abordaba. En un santiamén la adorable y fulgurante adolescente de «Baby One More Time» y «Sometimes» ya no era de porcelana; tenía piel humana, sudaba por estrés, exhibía sus vuelos bajos y era presa de uno que otro malintencionado que filtraba sus trompicones y derrumbes. «Es algo diferente a cualquier cosa que haya hecho antes», argumentó la artista sobre la historieta dirigida por LaChapelle. «El video es oscuro y me muestra desde otra perspectiva. Por supuesto que volveré a hacer clips dance, pero quería sentirme inspirada y poner frente a mí un reto.»
Queda claro. Un año después de que Timberlake hurgara en su vanidad y lanzara aquella canción-misil al grito de «No soy ni de *NSync ni de Britney», la réplica de Spears fue digna y elegante. No tuvo problema en mostrar las cicatrices y la zona de devastación. Y en medio de las ruinas… colocó esa pequeña semilla a la que tituló «Everytime».
«And every time I try to fly I fall, without my wings, I feel so small, I guess I need you baby, and every time I see you in my dreams, I see your face, it’s haunting me, I guess I need you baby…»
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