Uno de los integrantes fundamentales de Hooverphonic no tiene muchas dudas al respecto: «Puedo hablar claro y fuerte acerca de ‘Eden’: es la mejor canción en la historia de la banda».
Así se pronunció el guitarrista Raymond Geerts en el Instagram oficial de la agrupación belga de electropop cuando llegó el momento de hacer una pausa en el camino para repasar y escoger los cortes más destacados en su carrera.
«Para mí está entre las cinco mejores composiciones en la historia de Bélgica y entre las 50 canciones más grandes que se hayan escrito a nivel mundial. Sé que es toda una declaración, pero cuando escucho ‘Eden’ me siento melancólico y feliz al mismo tiempo», añadió Geerts en 2016.
«Eden» es un cadencioso tema de terciopelo y buen gusto cuya toma definitiva en el estudio de grabación contiene la impecable voz de Geike Arnaert, para muchos… la mejor cantante que ha tenido la inestable cuadrilla centroeuropea encabezada por Alex Callier. Y en tales sesiones, la ojiverde nacida en la pequeña localidad de Heuvelland contaba apenas con 18 años de edad, lo que dio a la composición una textura un tanto más suave, dulce e inocente.
«Todas las emociones están expuestas en esa pieza. Su simplicidad y el toque mágico de Alex la convierten en algo hermoso», abundó Geerts.
Prácticamente desde su lanzamiento como tercer entrega promocional del muy elogiado álbum de 1998, Blue Wonder Power Milk, la composición se prodigó como un gran activo de Hooverphonic, y su posterior versión acústica, todavía más melancólica, fue la que prevaleció en un sinnúmero de conciertos, con una Geike trenzada en susurros al borde del llanto, entre la media luz de los escenarios y esos ojos cristalinos con los que cautivaba y conquistaba sin demasiado esfuerzo.
Justamente antes de que finalizara ese año, la soprano Sarah Brightman configuró su propia maqueta de «Eden» e incluso tituló así la sexta placa de su carrera con el objetivo de que sus seguidores encontraran en el álbum poco más de 50 minutos de serenidad y paz. Los arreglos que le hizo al track fueron mucho más teatrales y corales, pero la esencia no sufrió erosión.
Había quedado claro. Cerca del fin de ciclo, Bélgica había parido una joya. Y el padre de la misma se llamaba Alex Callier.
«Did you ever think of me as your best friend, did I ever think of you… I’m not complaining…»
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