26 de julio de 2014. El parque público Pershing Square, de Los Angeles, se convirtió durante siete minutos en un nudo de nostalgia que algunos veteranos comparten, mientras tres tipos, ya bastante creciditos y con las voces un poco gastadas, interpretaban un clásico titulado «The Promise».
El corte, indiscutiblemente captado por la oreja de todo aquel melómano maduro, lleva más de un cuarto de siglo en órbita y sobrevive gracias a los recuerdos de una generación que lo acogió desde 1988 como uno de los temas de amor más memorables de aquella década graciosa en la que los flecos, los teclados, los tonos fosforescentes y las secadoras tenían presencia absoluta en el colectivo juvenil.
La génesis del mismo se remonta a una sesión nocturna debajo del cobertizo del jardín del padre de Clive Farringon, vocalista de la cuadrilla originaria de Manchester. Casi no había espacio para que cupieran los músicos con sus respectivos sintetizadores y tampoco existía una idea muy ordenada al momento de la creación.
«Mike (Floreale) dio la pauta en el teclado y yo me encargué de las vocales y las letras del primer verso y el coro. Los líricos nunca fueron mi punto fuerte y le pedí a Andrew (Mann) que acabara la canción dando letra al segundo verso», dijo Farrington.
En apenas un par de días, la pieza que sería rotada con el paso de los meses en un sinfín de ocasiones en la radio comercial de Estados Unidos, estaba terminada. De hecho, fue en dicha nación donde gozó de mayor aceptación y de una inesperada acogida, al trepar a la cima del chart conocido entonces como Billboard Dance/Club Play Songs en junio de 1988, y al escalón 11 del Billboard Hot 100.
En contraste, «The Promise» tuvo una valoración menos favorable en la tierra natal de When In Rome, al estacionarse en el puesto 58 del chart británico. Las críticas de los medios especializados eran abundantes e iban desde algunos que los tachaban de «una copia al carbón de New Order» hasta quienes catalogaban al sencillo como un típico corte inglés, sin sustancia ni gracia mayor.
«Clive y yo la interpretamos juntos en aquella ocasión y grabamos la idea básica en una cinta. Nos tomó menos de 20 minutos y creo que ambos sentimos que era algo muy bueno. Tendrías que preguntarle a Clive si la pieza era sobre alguien en particular, pero pienso que él acababa de terminar con su novia en aquel tiempo», explicó por su parte Floreale.
La musa que inspiró a Farrington permaneció en el más completo misterio y su nombre jamás fue revelado, mientras que el single se instaló sólidamente en el nada grato sector de los one hit wonders de los años 80, sentenciado a aparecer en un sinnúmero de colecciones básicas de aquella década inolvidable.
«I’m sorry, but I’m just thinking of the right words to say, I know they don’t sound the way I planned them to be, but if you wait around a while, I’ll make you fall for me…»
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