Uno, dos, tres, cuatro, cinco suspiros con ojos cerrados.
Así iniciaba Michael Stipe su interpretación de «Walk Unafraid» en algunos conciertos que ofreció R.E.M. en los albores de este siglo.
A juzgar por su apariencia y por el modo en que se aferraba al micrófono para reventar las bocinas, parecía que era un tema de su predilección, uno de esos que realmente lo hacían convulsionarse bailando. Y, de ser así, había un motivo, un ser que inspiró al pelón cuando llegó el tiempo preciso para grabar el álbum Up en 1998.
«Patti Smith me aleccionó al comienzo de las grabaciones de este disco y me dijo que necesitaba actuar sin temores. Tomé sus palabras y las convertí en esta canción», le dijo Stipe a Michael Goldberg en una entrevista entre licores.
El propósito principal de Michael estribaba en que «Walk Unafraid» mostrara auténticamente un «extra» en los líricos, y que no por no el hecho de ser excluido de la lista de sencillos promocionales de aquel disco, se quedara en la medianía de las composiciones que a veces sólo sirven para rellenar álbumes.
«Deseaba algo más universal que ser simplemente yo enfocándome en escribir algo para un disco. Eso es poco interesante, así que compuse esta pieza con el mismo tono de voz con el que lo hice en ‘Losing My Religion’ y en ‘Everybody Hurts’. Pienso que se logró cierta universalidad», consideró.
Una letra suficientemente específica como para que evitar una cadena de clichés atados a una canción, pero a la vez lo suficientemente ambigua como para que quienes la escuchasen la pudieran usar y, como afirmó en aquella oportunidad Stipe, «aplicarla a su propia situación, a sus vidas, y sacar de ello lo que cada uno considere más valioso». Esa era la intención.
Y, claro, cantar sin miedo, escuchar sin miedo, caminar sin miedo.
«I don’t need no persuading, I’ll trip, fall, pick myself up and… walk unafraid, I’ll be clumsy instead, hold my love or leave me high…»
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