«And though I used to wonder why, I used to cry till I was dry; still sometimes I get a strange pain inside; oh Joey if you’re hurting so am I…»
Para hallar el hit más grande en la pedregosa carrera de los californianos Concrete Blonde hay que detener la máquina del tiempo en 1990 y bajar en el desierto de Mojave.
La tercia que entonces amenizaba el choque de tarros en las tabernas de Los Angeles, abanderada por Johnette Napolitano, puso en órbita su disco más musculoso, Bloodletting, con un tema de amor piadoso que llegó al escalón más elevado del US Modern Rock Tracks. Un single de nombre «Joey», acaramelado y distinto al resto de canciones donde abundaban los guitarrazos espesos, el rock grasiento y el grafiteo de muros.
Pero… ¿quién es Joey?, ¿dónde está el tipejo que ha provocado que en cientos de recitales, al sonar el corte, Johnette tense los párpados y simule arrullar tiernamente a alguien, empalagando hasta el más tosco de los bucaneros?
En Rough Mix, libro que publicó en 2013, la vampírica cantante reveló que hay un hilo entre «Joey» y Marc Moreland, cofundador de la banda Wall of Voodoo que murió en en 2002, a los cuarenta y cuatro años, por complicaciones renales.
Napolitano y Moreland se habían conocido en Australia, durante el primer tour internacional de Concrete Blonde. «En poco tiempo nos volvimos casi inseparables, había muchísimo entendimiento entre ambos», señaló la también bajista.
Por sus trazos líricos, no son pocos los que sostienen que en la pieza es más que evidente el amor hacia un alcohólico que va de mal en peor, pero esto jamás fue confirmado por Johnette. Si acaso, en una charla con la revista Spin, habló de los subibajas de su vida en la segunda mitad de los ochentas: «Tuve una muy mala relación, algo que no me había sucedido hasta que cumplí veintinueve años, y me tomó mucho tiempo sobreponerme.»
Renuente a relatar más confidencias, la nacida en Hollywood puso luz sobre otros aspectos de «Joey» menos personales, como el hecho de que el demo se mantuvo exclusivamente con música y tarareos durante largo tiempo. Al resto de la agrupación le agradó la línea melódica, pero el productor Chris Tsangarides, según Songfacts, instó una y otra vez a Napolitano a completar la obra con versos.
«Chris me preguntaba ‘¿Ya tenemos las letras de Joey?, ¿ya tenemos las letras de Joey?’ y yo respondía que no. Así que literalmente las escribí en un taxi. Sabía que lo que expresaría sería algo similar a una nube que se forma y luego desata la lluvia», rememoró Johnette.
Como parte de la ironía de algunas bandas que se oponen a la comercialización a destajo de su cancionero, Concrete Blonde probó brevemente las mieles de la fama en aquel 1990 con la apacible «Joey».
«Hay muchas razones por las que el disco Bloodletting fue un hit, pero sinceramente no creo que haya sido algo mejor que lo que hicimos antes o después. Había una gran maquinaria detrás de aquel trabajo», confesó Napolitano al diario mexicano Reforma en 2011.
Hoy día, pese a que Concrete Blonde es más memoria que presente, se cuentan por miles los admiradores de esta canción dorada que aborda tantos grados de alcohol como absolución y compasión.
Salud por el buen Marc.
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