La imagen del rudísimo jefe norteamericano, Bruce Springsteen, mutó por completo cuando su canción «Streets of Philadelphia» inundó la radio comercial durante varios meses de 1994.
La composición fue concebida como punta de lanza para el filme Philadelphia, protagonizado por Denzel Washington y Tom Hanks, éste último en el papel de un abogado gay que padece SIDA y que debe enfrentarse a un entorno homofóbico y discriminatorio.
El director de la película, Jonathan Demme, pidió a Springsteen su colaboración con la intención de que la pieza se incrustara en el comienzo de la historia. De hecho, la idea era que el corte no fuese una balada, sino algo más rockero. El cantautor, en tanto, ya tenía escritas algunas letras basadas en el fallecimiento reciente de alguien cercano, lo que propició que la melodía tomara otro rumbo.
«Uno de mis mejores amigos padecía cáncer y murió en aquel tiempo. Fue algo devastador para mí el estar tan cerca de un mal de tal magnitud. Parte de esa experiencia fue incluida en la canción», le dijo Bruce a la publicación The Advocate en 1996, dos años después de la publicación del tema que, a la postre, se adjudicó el Oscar a la Mejor Canción Original y se llevó también cuatro premios Grammy.
La entrevistadora del medio le preguntó al artista si con el último verso de «Streets Of Philadelphia» («so receive me, brother, with your faithless kiss«) intentaba captar el aislamiento que experimentan muchos enfermos de SIDA.
«Sí, lo que todo mundo pide es algún tipo de aceptación y no ser relegado. Había ahí algo espiritual que estaba tratando de capturar. Después simplemente quise plasmar una voz humana, tan humana como me fuera posible. Quería que estuvieras tú en la cabeza de alguien más, escuchando sus pensamientos al ser alguien que estaba condenado a morir, pero que a la vez se sentía todavía muy vivo».
Springsteen también dejó en claro que si algo valioso sacó de aquella composición fue que, de repente, tuvo la posibilidad de conocer gays que no tendrían temor de decirle a la cara «Esa canción realmente significó algo para mí».
«Mi imagen siempre había sido muy heterosexual, así que resultó una grata experiencia, una oportunidad de clarificar mis propios sentimientos con respecto a los derechos civiles de gays y lesbianas. Mucha gente me dijo en las calles ‘Tengo un amigo’ o ‘tengo un compañero’ o ‘tengo un hijo’…», dijo Bruce.
Una canción escrita en su estudio de Nueva Jersey y que se convirtió en un acontecimiento, en un parteaguas de su vida, en un nuevo modo de pensar… a sus casi 45.
«I was bruised and battered, I couldn’t tell what I felt, I was unrecognizable to myself, saw my reflection in a window and didn’t know my own face…»
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