«¿Hay algo más grande que el poder del adiós?», preguntó Miguel Bosé en su faceta de entrevistador el 23 de noviembre de 1998.
Y Madonna, su invitada de lujo, respondió con sarcasmo: «Sí, pero aún no he escrito una canción sobre eso».
Esa misma noche la diva con look de geisha interpretó justamente ante el público «The Power Of Good-Bye», uno de los temas de Ray of Light en los que depositó grandes esperanzas, quizá no en términos de impacto en los charts internacionales, pero sí del mensaje que intentó dar a través de la potente lírica que edificó el tema.
El corte fue uno de los sencillos de un álbum que la propia artista no vio como una nueva excusa para vender sexo ni inspirar desnudos. Muy por el contrario y muy lejos de las temáticas de Erotica o Bedtime Stories, Madonna se mostró más espiritual. Si bien dijo que en aquellos meses no comulgaba con una religión en específico, sí admitió un fuerte interés por estudiar los preceptos de varios credos.
Tocante a esta composición… pareció subrayar certezas que la emancipaban de los años de sufrimiento por amor, y particularmente de lo que tiempo atrás significó su fracaso matrimonial con Sean Penn, a quien alguna vez calificó como el gran amor de su vida. Canturreó que la libertad parte de dejar ir al prójimo y aprender a decir «no». Todo… como parte de una gran lección de vida que no precisamente tiene un final feliz en pareja.
Por eso muchos fans y críticos volvieron a la carga, elucubrando que, otra vez, Penn era motivo y destinatario de tales versos.
«La vida es un viaje y a medida que creces, te vuelves más sabio y te acercas a tu verdadera esencia. No es que me estuviese buscando a mí misma, sino que me encontraba peleando conmigo (…) Cuando te has topado con muchas de las cosas que no deseas, te das cuenta de lo que en verdad añoras», reflexionó la oriunda de Detroit en aquella charla con el español en Séptimo de Caballería.
Producida por William Orbit, Patrick Leonard y la propia cantante, y promovida en el mercado a partir del 22 de septiembre de 1998, «The Power of Good-Bye» sólo obtuvo la cima en México, aunque también escaló alto en España, Suecia, Finlandia, Alemania, Austria, Canadá y Reino Unido. El mensaje del quebranto
«No echo nada de menos, estoy bendecida, no me puedo quejar», remató la mujer que por aquella época iniciaba acercamientos con Guy Ritchie, su futuro esposo.
«You were my lesson I had to learn, I was your fortress you had to burn, pain is a warning that something’s wrong… I pray to God that it won’t be long…»
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