«Looking for somewhere to stand and stay, I leaned on the wall and the wall leaned away, can I get a minute of not being nervous… and not thinking of my dick«.
Años después de ser lanzada dentro del repertorio del álbum Boxer, la enigmática «Slow Show» siempre dejó dudas con respecto a los tesoros que en ella se esconden.
Desde que la concibió Matt Berninger, el barbón de madera fina que ha hecho de The National el traje sastre más elegante del rock estadounidense, muchos feligreses de la agrupación se preguntaron el origen preciso de la una de las piezas que expone la propuesta rigurosa y perfeccionista de un quinteto que no se conforma con demos ya de antemano interesantes.
«Esa canción es hasta cierto punto literal, porque habla del deseo que uno tiene de escapar de una situación asfixiante en público. Algo como una fiesta llena de gente, donde uno simplemente quiere largarse e irse a casa, cerrar la puerta y estar con quien realmente te importa, y decir estupideces, y reír», explicó el cantante que, por facha y por voz, bien podría pasar por bibliotecario.
«Se trata de olvidar toda pretensión y todo deber en público, con el fin de comportarte tal cual eres con esa persona especial, ya sabes, con total naturalidad y simpleza, sin que nadie te juzgue», abundó Berninger en una charla con Jason Killingsworth, en septiembre de 2008.
Tales frases pudieran parecer no menos que burdas, pero Matt pronuncia cada palabra con la misma exquisitez con la que cautiva multitudes cuando The National anda de gira (casi siempre). El nacido en Cincinnati predica un evangelio de música excelsa con la única encomienda de mantenerse alejado de la fama y alérgico a la imagen del típico rockstar. Y sí, cuando el tipo entona joyas como «Slow Show» en vivo, parece emular la esencia de los líricos de este tema, parece desear cantar para todos, pero sin nadie enfrente, encerrado a solas con su musa y sin tener que dar explicaciones a la odiosa burbuja de las mil opiniones. Acaso por eso tuerce el cuello y cierra los ojos ante las masas.
Para su mala fortuna, esta banda, su banda, es cada vez más mediática y elogiada en cuanto lugar instale un micrófono y dos que tres bocinas.
Un mal necesario, consecuente de un grupo en perpetuo estado de gracia.
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