RADIOLARIA

Lejos del colosal solo de guitarra de «Sweet Child O’Mine», el sexo en vivo capturado en «Rocket Queen» y la melancolía a mares de «Don’t Cry», Axl Rose se absolvió a sí mismo en los versos de «Estranged», tema que en una noche de mayo de 1991 el ronco barbón del paliacate presentó a la audiencia del Deer Creek Music Center de Noblesville, Indiana, como su «pequeño bebé».

Porque era suyo como casi ningún otro corte de Guns N’ Roses. Porque esta suerte de sinfonía, publicada como último estacazo de promoción del doble Use Your Illusion, era un acta de consideraciones de su autor, la botella donde se bebía la vida entera y el saldo tras sus primeros 28 años de huracanes y silencios. Reflexionaba acerca del futuro, reparaba en lo logrado, reclamaba lo imposible y encaraba el presente con desplantes rabiosos.

Porque, como nunca antes, y aprovechando un tipo de inspiración en modo torrente, decidía redimirse y vomitar sus conclusiones ante leales y detractores de la banda. Aislamiento, desahogo e indulto en poco más de nueve minutos de música de oleajes y carente de estribillos. Tiempo suficiente para todo. Axl arrodillado como pecador y al otro lado del confesionario… Axl escuchando. Hierático megalómano, sabedor de que millones escucharían.

«‘November Rain’ es una canción acerca de evitar situarte en un estado en el cual lidias con un amor no correspondido. ‘Estranged’… es reconocer esto y tratar de saber qué diablos hacer al respecto. Es como ser arrojado al universo sin poder hacer nada, sin opciones, e intentar ver qué sigue… porque las cosas que quisiste y por las cuales te esforzaste, simplemente no sucederán», reveló Rose en el Making of del respectivo video.

En términos tenísticos, la composición era una volea de revés que respondía a su truene con Erin Everly, el amor de su vida y la musa a quien en tiempos más felices le escribió «Sweet Child O’Mine»: «Compuse ‘Estranged’ acerca de quién soy y cómo me siento, acerca del fin de mi matrimonio con Erin y al hecho de que yo no quería que se acabara. Pero igualmente tiene que ver con situaciones de amistades y cosas familiares.»

El video dirigido por Andy Morahan es carne aparte, empezando por los 4.4 millones de dólares que costó. Al igual que con la lírica, Rose buscó exponer su devastación emocional con imágenes dignas de un largometraje y una edición verificada hasta la exageración por él mismo. Gordo en traumas, no sólo se había distanciado de Erin, sino que había protagonizado un fogoso y casi pugilístico romance de dos años con la guapísima californiana Stephanie Seymour… con otro penoso desenlace. Y este nuevo patatús amoroso obligó a Axl a alejarse de Dylan, el hijo de Seymour a quien había acogido y querido con aliento casi paternal: «Dylan piensa que lo olvidé y no es así. Ya no se me permitió comunicarme con él.»

Una escena capital del video muestra al rockstar dormido sobre la repisa del cuarto del pequeño Dylan, al interior de una gran mansión que, por cierto, era en verdad la lujosa casa del músico, en lo alto de la cálida colina de Point Dume, en Malibú.

«Necesitaba hacer esto por mí, estar en esa habitación. Fue extraño convivir con Dylan en mi mente. Cuando finalmente desperté, experimenté una sensación de serenidad», contó Rose, quien en el cierre del clip termina lanzándose al mar para toparse con delfines. Ilusiones machacadas, quebrantos consumados y una nueva aventura en el horizonte.

Así, enredado en los acordes de la pieza mejor engrasada del cancionero de Guns, halló paz el hombre más volcánico de la pandilla. Una tregua momentánea y urgente… antes de salir del agua, dejarle el mar salado a los delfines y regresar al mundo de los poetas agujerados y las musas punzocortantes.

«I knew the storm was getting closer, and all my friends said I was high, but everything we’ve ever known’s here, I never wanted it to die…»