Según Yoko Ono, quien conocía hasta las vértebras a su John, no se trató de algo fuera de lo normal: Lennon creó «Imagine» de una forma rupestre, sin gordas pretensiones ni el anhelo de complicarse la vida buscando adjudicarse el título del Beatle más grandioso de todos.
Lejos de emprender una cruzada personal, el miope de Liverpool se propuso explotar simplemente sus terrenos de creatividad para esculpir una pieza ad hoc con sus más hondas convicciones entonces, que entre posibles e imposibles, eran muchas.
Sucedió en una mañana de 1971, en una destemplada habitación dentro de la casa de campo de Tittenhurst Park, en Ascot, Inglaterra, por la cual Lennon había pagado 150,000 libras con tal de tener su nido de amor y su centro de operaciones. Y así, el genio de las gafas trastocó el silencio con simpleza y grandeza, progresiones pausadas y una veintena de estrofas atadas a la certeza de que, técnicamente, todos somos iguales. No demoraría la paliza de quienes le reclamaron imaginar un mundo sin posesiones, sentado frente a su lujoso piano Steinway y con varios millones en la cuenta bancaria.
«¿Puedes imaginar un mundo sin países ni religiones? Es el mismo mensaje que se ha dado una y otra vez, algo positivo, no estamos diciendo nada nuevo», afirmó el músico en 1980 a la revista Playboy, a lo que su interlocutor reviró diciendo que sus piezas eran siempre una pila de mensajes complejos.
«Lo único que expresamos es lo que nos está pasando. No dejo que me perciban como el que dice ‘Yo desperté, ustedes son las ovejas a las que se les mostrará el camino.’ Es el riesgo de manifestar cualquier cosa», profundizó John, quien en cierto momento describió el tema como «virtualmente el Manifiesto Comunista», matizando que no era simpatizante de partido o movimiento alguno.
Durante cuarenta y seis años la otoñal y pacifista «Imagine» que fue capturada bajo la escrupulosa mirada del productor Phil Spector, estuvo acreditada al británico, hasta que en junio de 2017 su viuda fue reconocida por la National Music Publishers Association como coautora, toda vez que el ex Beatle había dejado una grabación admitiendo inspirarse en Grapefruit, libro escrito por Yoko en 1964: «Ella ayudó mucho en la letra, pero en determinado momento no fui lo suficientemente hombre para permitir que obtuviera su crédito. Así que la canción fue escrita por John y Yoko…»
El 13 de septiembre de 1980 Elton John ofreció un show gratuito en Central Park ante más de 300,000 almas y remató su actuación con una estimulante versión de «Imagine»: «Esta canción la escribió un amigo a quien hace tiempo no veo. Es un bello tema que todos conocen bien. Él vive cerca de aquí y no ha lanzado un disco en años, pero por fortuna ya está preparando uno…»
Tres meses después, los teashades más famosos de la historia golpearon el concreto ensangrentados por propósito y designio de Mark Chapman, así que difícilmente Elton tuvo tiempo de romper la sequía amistosa con su entrañable camarada.
Huérfano, el Steinway blanco se convirtió casi en una estrella en sí mismo cuando George Michael pagó más de dos millones de dólares a un coleccionista con el fin de guardarlo en su casa para tocarlo en ocasiones de excepción. Luego el objeto de los mil deseos «salió de gira» por Estados Unidos y estuvo en sitios como el motel Memphis, donde fue asesinado Martin Luther King Jr., una prisión texana en las horas previas a una ejecución, una ceremonia que recordó a los muertos del atentado de Oklahoma en 1995, y un servicio religioso en Waco, Texas, en el que se veneró a los miembros de la secta Adventistas Davidianos que murieron en 1993 tras chocar con la policía.
Todo eso desató Lennon con su sencilla, rupestre y, para muchos, estéril… «Imagine».
«Imagine no possessions, I wonder if you can, no need for greed or hunger, a brotherhood of man. Imagine all the people sharing all the world, you…»
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