Rockero como pocos, una culebra sobre el stage, un torso que eternamente pone nervioso al aire y un carisma que conquista con ojos de loco y alma de niño. Todo eso es Iggy Pop.
Sin embargo, en 2009 el hombre que encarna la catarsis del esqueleto decidió experimentar y convertirse en otra clase de artista. Iba a ser su año sabático, pero de pronto, en la radio empezó a sonar el tipo envuelto en un ritmo distinto, lento, romántico y cachondo. Era el sencillo «Les Feuilles Mortes», sí, Iggy cantando en francés una nueva versión del clásico de 1940, «Autumn Leaves».
Y en agosto de ese año ya le llovían preguntas al respecto, como la que le lanzó el periodista español Diego A. Manrique, quien se debatía entre creerle al Iggy que se volvía loco en el escenario o a este bizarro ser que susurraba a «las hojas muertas».
«No son incompatibles. Mi oficio es el de cantante de rock. Tengo 62 años, pero conservo toda la energía, conozco los códigos, sé mover a un público», respondió entonces el alma de The Stooges.
La referida canción perteneció a un disco titulado Préliminaires, una apuesta arriesgadísima del legendario músico de Michigan, a pesar de su impresionante carrera y de ser un consagrado consentido por millones. Parece que todo surgió de uno de esos caprichos, uno de tantos…
«Siempre quise cantar ‘Autumn Leaves’, pero por derechos de adaptación al idioma inglés era algo realmente muy costoso, así que me advirtieron… ‘Si quieres cantarla en francés, creemos que no hay que pagar por los derechos», le contó Pop a Billboard.
Préliminaires resultó un álbum con una profunda influencia de jazz, el cual derivó de la novela The Possibility of an Island, del francés Michel Houellebecq.
«Me reconocí en gran medida en ese libro, supongo que porque me interesan cosas como el sexo, la muerte y el final de la raza humana. Como le sucede a Daniel, el protagonista de la historia, yo he crecido de la mano de una carrera como un hombre que se dedica a entretener y que ahora desea una nueva vida».
Un Iggy desconocido e inusual, el mismo que en aquella charla con el periodista español acabó con muchas de las dudas de quienes le tachaban por cambiar de rumbo musical.
«De todas formas, entiendo que cantar rock toda tu vida pueda parecerse a una condena a cadena perpetua».
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